Malá Strana, la pequeña ciudad en la gran ciudad
Malá Strana es el barrio más clásico y con más turistas, ya que en él se encuentra el Castillo de Praga y una gran cantidad de edificios importantes. Recibe el apodo de «la perla del barroco» por la cantidad de palacios y edificios de este estilo.
En Malá Strana se encuentran las embajadas de muchos países, aprovechando la proximidad a la sede de la presidencia checa, y seguramente porque pueden instalarse en palacios muy bonitos. Con tanta cantidad de embajadas y monumentos, lo que más abunda son los turistas, siendo un barrio un poco artificial por la poca población que reside en él. Aún así, dar un paseo por el barrio es algo obligado.
El cariño que tienen los checos por su historia se nota en toda Mala Strana, manteniendo todos los edificios en buenas condiciones sin perder su estilo original, con calles adoquinadas y con un tráfico inexistente. Entrar en Malá Strana es retroceder en el tiempo, como ocurre en muchos otros lugares de Praga. Esta ciudad se puede considerar una máquina del tiempo en sus barrios más antiguos.
Hay muchos lugares interesantes para visitar, pero sin duda el castillo es el principal. Tras visitarlo, al lado de la puerta oeste podemos visitar el Palacio Schwarzenberský, cuya fachada está totalmente grabada para crear ese efecto tan curioso. Caminando sin rumbo por las calles, podemos llegar a la Iglesia de Loreto, gran construcción barroca considerada uno de los edificios más bonitos de Praga, como si hubiera pocos con esa denominación.
En el extremo sudoeste de Malá Strana, y parte alta del barrio, llegamos al Monasterio de Strahov, de estilo barroco y que perteneció a la orden de los monteses. La mayoría de las salas están cerradas, y a la capilla solo se puede entrar en horario de culto, pero la biblioteca se puede visitar tras pasar por taquilla. La biblioteca cuenta con dos salas, aunque una estaba en obras cuando lo visité. En la otra sala podemos encontrar muchos libros de la edad media, así como globos terráqueos. La decoración de la biblioteca es lo más representativo, aunque no se puede entrar en ella y hay que verla desde la puerta. Una pena, y más tras pagar el suplemento para hacer fotos. Un lugar para visitar si sobra el tiempo o hay mucho interés en él.
Lo mejor de la zona son las vistas, ya que al ser la parte más alta vemos todo el barrio y el centro de Praga al fondo, además de los campos con viñedos.
En la parte baja hay mucho más gente por estar cerca de Karluv Most (Puente de Carlos). Aquí ya hay más tráfico, tranvías modernos, restaurantes y tiendas de recuerdos, aunque el barrio sigue manteniendo su estilo. La Iglesia de San Nicolás es lo más visitado de la zona, así como la torre de Karluv Most. También hay museos, como el de Kafka a orillas del Moldava.
Como se puede ver, Malá Strana es casi un pueblo en si mismo, diferente al resto de Praga pero manteniendo la esencia de la ciudad. Lo mejor que se puede hacer es pasear por sus calles más tranquilas, y entrar en los lugares que nos parezcan más interesantes. No nos defraudarán.
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