Laponia finlandesa en verano, descubriendo la magia del sol de medianoche

Cuando oímos Laponia (Finlandia) todos lo asociamos con mucha nieve, mucho frío, y Santa Claus.

Eso es cierto, aunque la cosa cambia totalmente en verano.

Sigue estando Santa Claus, que no se toma ni un día de vacaciones, y decimos adiós a la nieve y al frío gélido polar, para dar la bienvenida a los bosques repletos de bayas, a la explosión de vida y a algo muy especial, el sol de medianoche.

En invierno la gran atracción de los países nórdicos son las luces del norte, las majestuosas auroras boreales.

Bien, en verano siguen ocurriendo estas luces, aunque al ser de día, no es posible verlas.

En verano hay algo igual o más especial, según los finlandeses a los que les pregunté.

El verano es el momento de los días de 24 horas, de que el sol esté siempre visible en el cielo, de que la noche deje paso al día en un atardecer – amanecer de varias horas.

Porque sí, es de día, y sigue habiendo atardeceres y amaneceres únicos en el mundo, por sus coloridos tonos rojizos, naranjas y amarillos, además de por todas las horas que duran.

Esto del sol de medianoche no es solo bonito, también influye en la actitud de los finlandeses.

Mi primera vez en Finlandia fue en enero. Todo estaba cubierto de nieve, como en un cuento de navidad. Hice muchas actividades invernales, como atravesar la Laponia en trineo de huskies (de mis mejores experiencias viajeras), intentar ver la aurora boreal en moto de nieve, o simplemente maravillarme por cómo se ven los árboles cubiertos de nieve. Casi todo el día estaba a oscuras, sentía que los finlandeses añoraban los días de verano.

Pues ahora, en verano, descubrí por qué añoraban tanto esta estación.

En lugares bien adentro del círculo polar ártico (la latitud a partir de la cual ocurre el día con 24 horas de luz y 24 horas de noche), como por ejemplo Inari o Levi, pueden llegar a tener 45 días continuos con sol, sin un minuto de oscuridad.

Esto, por supuesto, influye sobremanera en cómo se comporta la gente. Hay tanta luz que todos desbordan alegría y ganas de hacer cosas. La leve apatía del invierno da lugar a dosis extra de energía. La hora de la cena no marca el momento de irse a dormir, si no la hora de salir a caminar por la montaña, dar un paseo a caballo o subir a algún mirador a admirar el atardecer amanecer de varias horas.

Todo experiencias en apariencia anodinas, sin altas dosis de adrenalina. La emoción la pone el estar haciendo esto mientras nuestro reloj dice que es medianoche. Será de noche, pero tú estás más despierto que tras tomarte el café de la mañana.

Con unos días tan largos, tan luminosos, Laponia se convierte en el terreno de juegos ideal para el que le gusta hacer actividades al aire libre, sobre todo en la montaña.

Los ya mencionados paseos de montaña, rutas en bicicleta big fat, recorrer en canoa el río, hacer un paseo a caballo. Son solo algunas de las cosas que puedes hacer en Laponia bajo el eterno brillo del sol.

Lo mejor es que en Finlandia, un país realmente del primer mundo, se preocupan mucho porque disfrutes con seguridad del deporte en la montaña. Por eso, en los parques nacionales, hay cabañas cada 10 – 15 kilómetros para que descanses si te pierdes, hagas una barbacoa o simplemente tomes un momento de paz. Algo muy útil, y es que, ¿a quién no le gusta una barbacoa en la naturaleza?

Dentro de tanta actividad de naturaleza, merece mención especial el bueno de Santa Claus. Tiene su morada y oficina de correos a pocos kilómetros de Rovaniemi, la ciudad más grande del mundo dentro del círculo polar ártico.

Visitar en invierno a Santa Claus tiene el extra de que todo está cubierto de nieve, con ese espíritu navideño que se respira durante todo el año en Finlandia (sí, incluso en verano se respira espíritu navideño, todo está lleno de adornos, elfos, duendes y demás seres mágicos). En verano se pierde un poco la magia por no haber nieve, pero a cambio tienes más tiempo para estar charlando con Santa Claus. Es un buen tipo que da consejos muy sabios.

Por ejemplo, nos decía que, a los mosquitos, que son muy abundantes en verano en Finlandia, no hay que matarlos, pues son seres vivos que se merecen un respeto. Como mucho, podíamos aplaudirles ;)

Lo dicho, un buen tipo.

Otro punto que cambia radicalmente en verano es la gastronomía. La comida en Finlandia no va a ganar ningún concurso internacional, y menos si la comparamos con la de los países mediterráneos, aun así, tiene unos puntos de interés.

El verano es el momento de los frutos del bosque, de los arándanos, las fresas (muy dulces), y otras bayas de las que no me acuerdo el nombre, pero sí de su color. Las hay rojas, naranjas, azules. Vamos, todo el arcoíris en bayas.

Hay tantas, y están tan buenas, que toda comida que pruebes irá acompañada de estas delicias. Como plato principal, está el sempiterno reno, con una carne sin grasa y sabrosa, al estilo de la de ciervo, los arenques, el siempre rico salmón,  y varios tipos de pescados blancos.

Una lista de ingredientes corta aunque sabrosa. Eso sí, prepara la cartera pues el menú en los mejores restaurantes sobrepasa fácilmente los 50€, casi el doble si le añades bebidas alcohólicas. Esto, sumado a que los platos, aunque ricos, no son nada del otro mundo, hace que muchos días te puedas decantar, sin remordimientos, por comer hamburguesa o pizza.

Finlandia en verano es especial.

No solo por el sol de medianoche, algo que hay que vivir, aunque sea una vez en la vida, para experimentar cómo es eso de irte a la cama de día, despertarte por la noche y que sea de día, y levantarte de la cama y siga siendo de día.

También por la ya mencionada alegría de los finlandeses, cargados a tope de energía, así como por el paisaje, repleto de pinos, salpicado con lagos cada pocos pasos, con estaciones de esquí que hacen las veces de excelentes miradores.

Finlandia en verano es especial.

Yo la he visitado en ambas épocas, invierno y verano, y por supuesto me quedo antes con el invierno y los -30 grados, ya que es algo único vivir un país nórdico con frío para ver lo bien que funciona todo.

El verano es la siguiente mejor opción, ideal si quieres hacer muchos deportes en la montaña, disfrutar de unas temperaturas agradables todo el día, y viajar sin apenas encontrarte con gente.

Muy pocas personas se atreven a vivir en el círculo polar ártico, ser una de ellas durante unos días, es otra experiencia para nuestro particular currículo viajero.

Y es que, en verano, Finlandia es especial.