Destapando a Papá Noel. La verdad más allá del personaje

Estaba nervioso. Sólo un poco, pero lo reconozco, la inquietud recorría mi cuerpo. No todos los martes 13 estás en plena Laponia Finlandesa a punto de conocer a una gran personalidad. Posiblemente la más grande que existe. Seguro que te suena: es viejo, muy viejo; tiene una larga barba (¡mucho más que las de los hipsters!); vive en el Polo Norte y recorre el mundo en un trineo de renos en tan sólo una noche. ¡Exacto! se trata de Joulupukki, Papá Noel o Santa Claus, como más te guste llamarle.

Santa Claus en su casa

Siempre nos han dicho que Papá Noel vive en medio del Polo Norte, con su gran fábrica de juguetes en la que hay montones de duendes, pero no hay nada como viajar para descubrir la verdad de las cosas. Realmente, el bueno de Santa vive a pocos kilómetros de Rovaniemi, la capital de la Laponia Finlandesa. ¿Cómo iba un vejete tan mayor a vivir en mitad de tanto frío? Por favor, no tiene ni pies ni cabeza esa historia.

Y nada de una gran factoría con pobres duendes explotados haciendo juguetes durante todo el año para repartir en un trineo volador guiado por un reno con una nariz luminosa. Qué va. La villa de Santa Claus para nada recuerda a un polígono industrial juguetero. Más bien, es una villa de cuento en mitad del idílico paraje que es la Laponia. Con un frío que pela, eso sí, que estamos a las puertas del círculo Polar Ártico (ese extraño lugar en el que, por lo menos, un día y una noche al año es totalmente de día o de noche), pero muy acogedor y divertido. ¡Pero si hay varias rampas para tirarse por la nieve! Qué bribón es este Santa Claus, seguro que cuando nadie le ve, el también se tira por la nieve. Y de barriga, que para eso la tiene bien rellena.

Pequeño tobogán en Santa Claus Village

Con 15ºC bajo cero al sol, el mismo frío a la sombra, estaba yo, con mi cámara de fotos preparada y también helada, a punto de resolver varios de los grandes misterios de la humanidad: ¿tiene muebles de Ikea la casa de Papá Noel? ¿se entretiene jugando a la petanca en sus ratos libres? ¿su barba es de verdad? ¿habla todos los idiomas? ¿va a mejorar las condiciones laborales de sus duendes? ¿su ropa es una operación de marketing de una empresa de bebidas refrescantes? Apasionantes preguntas que asaltaban mi mente en el preciso instante en que empujaba la puerta con el sugerente cartel de «Santa is here». Con el reportaje de investigación que hiciera de esta visita seguro que me daban el Pulitzer, o una invitación especial a Cuarto Milenio por resolver tantos misterios de una tacada.

Lo que me esperaba tras aquellas puertas me dejó estupefacto

Una sonriente duendecilla nos dio la bienvenida (iba en un grupo con otras 4 personas, ¡a ver quién es el valiente que va a la morada de Papa Noel solito, como si uno no tuviera amigos de sobra que le acompañasen a semejante peligro!). También nos dio la bienvenida una máquina de la bebida refrescante por excelencia, aunque esta no hablaba ni se movía, sólo iluminaba la estancia.

Seguimos a la picaresca duendecilla, supongo que finlandesa por el rubio pelo que se intuía bajo su «sensual» gorro navideño, por un oscuro pasillo. ¿Seguro que esto era la casa de Santa Claus? A mí me recordaba más a un antro de mal nombre. Con olor a dulces y sonando felices villancicos navideños indescifrables en vez del olor a muerte y destrucción y un infernal ruido muchos decibelios por encima del admitido por los altavoces, pero pasillo oscuro de antro al fin y al cabo.

Duedecilla de Santa Claus Village

El finlandés del grupo abrió la puerta al final del pasillo de antro, por eso de que seguro que decía mejor «Hola» en finlandés que yo. La visión me puso la piel de gallina. ¡Era una gran máquina del tiempo! Incluso se oía el incesante tic-tac, tic-tac, tic-tac, del inmenso reloj en el que nos adentramos. Así que este era el truco de Santa Claus, manejaba el tiempo a su antojo para repartir todos los regalos en lo que nosotros creíamos que era una noche. Mis compañeros estaban atónitos, con la boca abierta.

Yo quise hacer una foto a semejante ingenio de la técnica, pero la feliz duendecilla me dijo que de eso nada, que era un secreto que tenía que seguir siendo secreto. Que después estas cosas caen en malas manos y los niños se quedan sin regalos. Que en Finlandia no tienen ningún James Bond o Bruce Wayne que les arreglen todos los entuertos. Que la cámara estaba mucho más bonita con la tapa puesta. O seo creí entender yo, que de finlandés sólo me quedó claro que para despedirme, tenía que decir dos veces la palabra que usara para decir hola. Da igual cual. Tu la repites dos veces y el otro ya sabrá que te estás despidiendo. Así de apañados son estos nórdicos.

Santa Claus con amigos

Tan sólo una puerta nos separaba de la oficina en la que se encontraba Papa Noel. Como en cualquier lugar de renombre que se precie, un montón de fotos con otras personalidades que habían pasado por aquí servía para amenizar la espera. Ahí estaba el grupo musical Green Day, Lordi (los heavys disfrazados que ganaron Eurovisión y son de Rovaniemi) y un montón de barbudos heavys junto a presidentes y otros personajes aburridos. Así que Papá Noel es un heavy y ésta es su tapadera para pasar desapercibido cuando va con chupa de cuero sobre su Harley-Davidson. Cada vez me caía mejor este viejo canalla.

Llegó el gran momento: las puertas de la oficina se abrieron. Entramos despacio, mirando para todos los lados y sólo veíamos libros, montañas de libros. Un par de pasos más, y nos encontramos con un viejo gordo sentado en su silla, leyendo. ¡Caramba! Si era igualito que el tipo de las tabletas de turrón de chocolate. Parecía que era Papá Noel, pero al igual que hacen los periodistas, sabía que antes de dar nada por supuesto, era mejor preguntar y salir de toda duda. Así, siempre tienes a alguien para echar la culpa si te dan información falsa.

«Hello, are you Santa Claus?» Le espeté con mi mejor acento americano-británico que me salió. «Sí, yo soy Papa Noél. Bienvenido a mi casa, ven aquí para saludarte» respondió en un más que correcto español. Damn! otra vez habían identificado de dónde era aunque hablase en inglés.

Regalos y Papá Noel

Al japonés del grupo creo que le dijo algo parecido, en japonés claro, que él no entendía ni papa de castellano; porque esbozó una gran sonrisa y fue corriendo hacia Santa. La coreana tan sólo recibió un «hola, bienvenida» en coreano. Este es un idioma que aún estaba perfeccionando el viejo. Y el inglés (nuestro grupo parecía el comienzo de un mal chiste) empezó a conversar con Papá Noel como si lo conociera de toda la vida.

Viendo que todos nos entendíamos mejor con el inglés, le empezamos a acribillar a preguntas. Que si era de origen finlandés, que si dónde estaba Mamá Noel (Santa Claus Lady), que cómo recorría el mundo en trineo sin tener cinturón de seguridad, que dónde estaba la fábrica de regalos, que si el año que viene nos traería muchos más regalos por haberle visitado, que si se leía todas las cartas que le enviaban, que si Hacienda le permitía trabajar un día al año siendo tan mayor, que qué hacía en su tiempo libre, etc.

Santa Claus Village

Todo preguntas muy interesantes, hasta que llegó mi turno y entre las miles de dudas que se agolpaban en mi cabeza, le solté la más grandiosa pregunta de todos los tiempos, la que me catapultaría directamente a aparecer en todas las portadas como el mayor tocacojones entrevistador de Papá Noel: ¿cuántos años has necesitado para que te crezca tanto la barba?

Así de directo, así de firme. En ciertos momentos uno no puede tener la más mínima duda en ir al quid de la cuestión. En meter el dedo en la llaga. En sacar realmente a la luz la persona que hay dentro del personaje.

«Muchos más años de los que tienes tú. Unos cien años llevo sin afeitarme» me soltó sin miramientos. En ese momento me di cuenta de que Papá Noel era un grande. Capaz de repartir regalos por todo un planeta en una noche, de fabricar miles de presentes sin necesidad de ninguna fábrica esclavista de duendes, de llenar de ilusión millones de hogares, y de responder sin tapujos una pregunta tan personal. Así es como se llega a ser uno de los personajes más queridos en todo el mundo. Repartiendo sabiduría y buenas vibraciones con un gesto, con una palabra, con su mera presencia.

Cartas a Papá Noel

Nos hicimos unas cuantas fotos (ningún selfie) con nuestro admirado Papá Noel, y le dejamos leyendo en su oficina, que tenía que recobrar fuerzas para la siguiente Navidad (esta que está a punto de llegar).

Todos los del grupo estábamos muy contentos ¡habíamos hablado nada más y nada menos que con Santa Claus! Ahora sí que éramos bloggers de prestigio, con nuestra foto colgada al lado de las bandas heavys que tanto le gustaban al viejo canalla.

Mientras visitábamos la gran oficina de correos, otro prodigio de la civilización que, recibiendo millones de cartas al año con la simple indicación de Santa Claus, Papá Noel, o viejo barrigón del Polo Norte, es capaz de leerlas y contestarlas a todas ellas (esta oficina pide a gritos otro gran reportaje de investigación por mi parte), no podía dejar de darle vueltas a la gran persona que era Papá Noel, y no sólo por su prominente barriga.

De mayor, me gustaría llegar a ser igual de bueno y sabio que él. En su momento, dejé de afeitarme, a ver si así se me iba pegando algo de su sabiduría. Pena que a los quince días empezara a picarme y me tuviera que afeitar. Está claro que Santa Claus, sólo puede haber uno.

Santa saludando o confesando

Visita a Santa Claus en su casa:

  • Santa Claus Village (Joulupukin pajakylä) es la considerada casa de Papá Noel por muchos. Está a unos 10 kilómetros de Rovaniemi, muy cerca del aeropuerto, y justo en la línea que delimita el Círculo Polar Ártico. En la villa encontraremos casi una decena de restaurantes, un hotel de hielo con su bar de hielo, otro hotel de bungalows, y diferentes actividades como moto de nieve, paseo en reno, mushing, toboganes de nieve, etc.
  • La visita a Papá Noel es gratis, y todo el mundo puede acercarse hasta él, pero no hacer fotos ni videos. Si quieres tener todas las fotos y el vídeo de recuerdo del grupo tienes que pagar 40€ al finalizar la visita. Yo pude hacer mis fotos porque iba en viaje de prensa.
  • La oficina de correos de Santa Claus es totalmente real, recibiendo millón y medio de cartas al año. Podemos enviar postales estampadas con el sello exclusivo de esta oficina, o pedir que Papá Noel nos envíe su felicitación para navidad.
  • Web Santa Claus Village
  • Turismo de Rovaniemi
  • Hoteles en Rovaniemi

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