Santorini, donde viajan los pobres que se creen ricos
Desde Montecarlo hasta Puerto Banús, pasando por Rodeo Drive o la 5ª avenida, he puesto mis pies en lugares de lo más lujoso y selecto del planeta, donde se respira exclusividad y dinero a cada paso.
Pero ninguno de estos lugares ha sido como Santorini.
En los dos pueblos principales de Santorini, Oia y Fira, me he encontrado con algunos indicadores del lujo desmedido: joyerías en cada calle, langosta como plato básico en multitud de restaurantes, algunos yates en el mar y, por supuesto, alojamientos que se etiquetan como luxury, villa o suite.
Están algunos de los puntos principales para un destino orientado al lujo, pero falta el más importante: la mayoría de la gente no es ni rica, ni famosa.
Tan solo turistas que han ahorrado un buen montón de dinero para disfrutar de la experiencia Santorini o, lo que es lo mismo, estar varios días alojado en una luxury/villa/suite con una minúscula piscina mientras piensas qué estilo glamuroso vas a pasear de noche por las calles de estos pequeños pueblos luciendo junto a tu pareja, amén de asistir al idílico atardecer en alguno de los lugares más famosos de la isla para compartirlo compulsivamente en Instagram.
Te crees único, importante, incluso privilegiado, al igual que las otras 10.000 personas que están haciendo exactamente lo mismo que tu durante su increíble experiencia Santorini.
Todos como borregos disfrutando de un cóctel de 20€ en alguna de las terrazas con vistas a la caldera. Tostándose por el día al sol en la diminuta terraza del luxury/villa/suite. Reservando plaza en los restaurantes para saborear algún plato repleto de ingredientes traídos de los confines del mundo. Buscando sitio varias horas antes del atardecer para conseguir «la foto» del atardecer para Instagram, la misma que han hecho millones de turistas antes que tú y, posiblemente, seguirán haciendo otros millones de turistas después de ti en su búsqueda del instante de fama virtual.
Y en medio de todo este despropósito, estaba yo. Con mi inseparable cámara de fotos repleta de arañazos. Con mis pelos despeinados por el viento. Con mi ropa barata. Con mi asombro de que tamaña estupidez sea posible en el año 2021. El año en que saldríamos siendo mejores personas tras una pandemia mundial. El año en que el turismo sostenible se haría realidad porque sabemos que es el único posible. El año en que hemos despertado.
Pero no, seguimos siendo igual de estúpidos, igual de adictos a las apariencias, al postureo de las redes sociales, al consumismo sin límite porque es «lo que se lleva».
Así que me resigné a intentar encontrar un lugar para fotografiar el atardecer entre tanto postureo (es una manía que tengo desde hace años, me gusta hacer fotografías al atardecer) y, al no conseguirlo, empecé a explorar lugares un poco más recónditos.
Ahí me encontré con la realidad.
Basura tirada donde los turistas no miran. Trabajadores que cargan a su espalda las langostas, aguacates, langostinos, piñas y demás manjares que se sirven en tan selectos restaurantes. Personal de limpieza que tan solo puede visitar las luxury/villa/suites fregona en mano. Multitud de empresas de actividades que venden la exclusividad de hacer lo mismo que otros millones de personas.
Aunque también me encontré con alguna que otra playa vacía al atardecer (a tan solo 100 metros de Oía), con restaurantes de toda la vida que te sirven las especialidades locales con una gran sonrisa, con gente que ama la isla y quiere mostrar sus rincones favoritos a los curiosos.
Después de todo, por mucho que critique este modelo turístico sin sentido, que también padecen otros lugares más cercanos como Ibiza o algunas islas de Canarias, yo mismo he estado varios días buscando el atardecer y durmiendo en Santorini con spa incluido (no en Oia ni Fira, si no en Pyrgos), aunque ni he comido langosta, ni me he puesto mis mejores galas, ni me he sumido en la vorágine consumista que ocurre cada día dentro de esta diminuta isla.
¿La conclusión?
Estamos jodidos. E Instagram no es la solución a nuestros problemas.
– –
Si estás pensando viajar a Santorini por curiosidad, un día es más que suficiente para recorrer toda la isla en coche de alquiler y ver un atardecer. Para recorrer la caldera en una excursión en barco necesitarás medio día. Si quieres quedarte más días, es a tu cuenta y riesgo de que te atrape la vorágine consumista de la isla.
Para los que os guste tumbros a la bartola y no hacer nada, hay lugares mucho mejores para ello, como el Caribe, Benidorm o cualquier sitio de costa o montaña con espacio para la tumbona.
Estaba ya pensando un montón de cosas que comentarte hasta que llegué a los últimos párrafos, que era más o menos por dónde iban los tiros.
Santorini se puede disfrutar de diferentes maneras si obviamos el postureo. Tuve la oportunidad de pasar allí 4 días en pleno Agosto, y huelga decir que caro, lo que es caro, no me salió. Viajé en un vuelo low-cost desde Colonia por 4 duros. El hotel, una villa como tú dices, no me salió más caro que en torno a 100€ la noche, con su minipiscina ;) , sus habitaciones en pequeñitas edificaciones con bastante privacidad, con vista al mar (para el otro lado, no para la caldera, donde se veían unos bonitos amaneceres). Estaba en Finikia, un pueblecito entre Oia y Fira, a poca distancia a pie del primero. Y a pesar de ser temporada alta, no me encontré con riadas de gente excepto el día que fuimos por la tarde a Oia, como era de esperar.
Me perdi por restaurantes locales de pueblos recónditos, por supuesto que tampoco comí langosta. Recorrí la isla en quad (bastante barato también el precio por día). Ni me puse a guardar sitio para los atardeceres, ni busqué la ansiada foto (no tengo Instagram). Entre cámaras y móviles, vi el atardecer con los ojos. Hablé con los locales (si podemos considerarlos locales, pues la mayoría son griegos que vienen de la capital en temporada alta para trabajar), e hice alguna actividad típica de las que tenemos que hacer como borregos (como lo del recorrido en barco por la caldera).
En general, guardo un bonito recuerdo de ese viaje. Creo que la diferencia está en si hacemos las cosas para mostrárselas a otros o no. Por lo demás, las modas siempre han existido, y como animales sociales que somos, veo relativamente normal que queramos pertenecer a ese rebaño. No sólo en cuestión de destino vacacional.
En general, estoy de acuerdo con lo que escribes. Si quieres turismo de tumbona, ¿para qué ir tan lejos?. Hay destinos maravillosos en la península.
Gracias por tu comentario :D, y sí, hay más vida en Santorini más allá de Oia
El turismo, mientras conlleve viajar en avión, no puede ser sostenible. Punto. De nada sirve engañarse. Desgraciadamente el acceso de las masas a vuelos baratos ha hecho que las emisiones se disparen por un tubo y más plástico acabe en los mares de lugares tan interesantes como Santorini. Pero interesantes por sus ecosistemas, no por las fachadas de las casas. Siento decirte que así como los demás, al no mostrar interés por explorar este tipo de realidades, ni siquiera eligiendo medios de transporte más sostenibles, eres parte de los borregos a los que te refieres tan peyorativamente.
Esta claro que los viajes en avión dificilmente van a ser sostenibles, como mucho compensando las emisiones de gases nocivos. Durante mi estancia en la isla visité unas cuantas cosas más que las fachadas blancas, pero sí, posiblemente sea parte de los borregos ;)
Gracias Víctor por tan interesante artículo. Totalmente de acuerdo.
Saludos.