Procesiones de Semana Santa en Gijón
El norte de España no destaca precisamente por sus procesiones de Semana Santa, mucho menos famosas que las de Andalucía, pero por aquí también hay algunas, y para algo diferente que me quedaba cerca fui a hacer unas fotos.
Esta fue la primera vez que seguí una procesión, y si bien había visto algo por televisión, no esperaba que fueran tan tristes, con mucho silencio y bastantes rezos.
Seguí dos procesiones, la de «El encuentro Camino del Calvario«, que recorría Cimadevilla, la parte más vieja de la ciudad, terminando con el encuentro de cuatro pasos en el Palacio Revillagijedo, y el «Vía Crucis del Santo Cristo de la Misericordia y de los Mártires«, donde la procesión pasaba por varias calles del centro recreando las paradas de Jesucristo antes de llegar a la cruz.
En la primera procesión, que coincidía con la final de la Copa del Rey, había bastante menos gente que en la del día siguiente, y es que los buenos cristianos no se pierden el fútbol.
Hubo unas cuantas cosas que me llamaron la atención de este acto religioso, como que ambas procesiones contaban con presencia armada, con la Policia Nacional en la primera y los Militares en la segunda. Es curioso que el amor y la paz que predicaba Jesucristo tengan que ir respaldados por las armas, y que estos organismos se vean tan reflejados en los actos religiosos. Creo que los bomberos tienen más relación con el mensaje dado que los militares.
Otra cosa que no me esperaba eran los problemas que tuvieron los nazarenos para sacar y meter los pasos en la iglesia, teniendo que tener cuidado con no pegar con el techo y la lámpara que colgaba. Las puertas de las iglesias son tan grandes que parece que entra cualquier cosa por ahí, pero los pasos tampoco son pequeños, y eso que los de Gijón parecían bastante manejables. Sin duda uno de los momentos más impactantes y donde había más esfuerzo físico al tener que agarrar los pasos con los brazos.
Por último, aunque no crea en el cristianismo y en la iglesia, hay gente que sí y hay que respetar su celebración, no como un chaval que en pleno Cimadevilla se puso a insultar a la procesión. Los nazarenos continuaban su avance impasibles, pero algunas personas del público se alteraron más de la cuenta. Al final tuvo que llegar la policía local, aunque el «valiente» ya había desaparecido. Una pena que no nos podamos respetar entre todos, aunque los demás tengan creencias que no compartamos.
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