Las Islas Cíes, el paraíso de Galicia

Ahí están, custodiando las Rías Baixas. Visibles desde cualquier pueblo de la ría, pero a la vez en un mundo tan diferente, donde no hay asfalto, semáforos ni prisas. Las Islas Cíes son uno de los últimos santuarios de la vida animal en la super poblada Galicia, donde es imposible encontrar un palmo de costa que no haya sido edificado.

Islas de paso de piratas, de romanos, de monjes, y de miles de turistas, estas islas siempre han sido muy atractivas, ya sea por su situación estratégica a las puertas de la ría de Vigo o por su rica ecología, su principal atractivo hoy en día, y que desde 1980 estaba protegido como Parque Natural.

Desde 2002, junto a los archipiélagos de Ons, Sálvora y Cortegada, las Islas Cíes forman parte del Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia, el primer parque nacional de Galicia, y esperemos que no el último.

Las Islas Cíes están formadas por tres islas, la Isla de Monteagudo o Illa Norte, la Isla Do Faro o Illa do Medio y la Isla de San Martiño o Illa Sur. La isla de Monteagudo y do Medio están unidas por un gran arenal, conocido mundialmente como la Playa de Rodas, uno de los principales atractivos de las Cíes, aunque tiene muchos más.

Concretamente más de 50.000 aves, entre las que destacan las gaviotas patiamarillas, los cormoranes moñudos, y las gaviotas oscuras, además de algunos mamíferos como nutrias y conejos, y una vida marina de las más ricas de la costa gallega, pudiendo verse delfines, tortugas marinas e incluso ballenas. Mientras iba en el barco camino a las Cíes, vi a una pareja de delfines saltando sobre el agua, así que ahí están.

Una vez en la isla, las gaviotas son la especie dominante, con sus 22.000 parejas, que forman la colonia más grande del mundo. Es imposible aburrirse con tanta gaviota alrededor, y más si nos paramos a observarlas un poco volando, peleándose o tan solo mirando al mar en busca de alimento.

Si tenemos suerte, es posible ver muchas otras especies de aves, ya que las islas Cíes son punto de paso para las aves migratorias y de nidificación de las aves que habitan a lo largo de la costa gallega, de ahí que sea tan importante conservar lugares sin apenas influencia humana.

A parte de ver aves y otros animalitos que viven en Monteagudo-Faro, podemos recorrer alguno de los senderos que nos llevaran hasta los faros de la isla. El que dicen que tiene las mejores vistas de las islas es el de Monteagudo, al norte, aunque yo fui al Faro de las Islas Cíes, al sur, desde el que podemos ver perfectamente la isla de San Martiño tras una tortuosa subida que hay que afrontar con ganas.

Eso sí, las vistas tanto al océano atlántico como a la costa gallega merecen el esfuerzo, aunque sea bajo un sol de primavera inusualmente abrasador.

Los senderos que recorren la isla están perfectamente señalizados, y aunque la isla más grande, la de Monteagudo-Faro apenas mida 4 kilómetros de largo por 1 de ancho, por lo que no hay grandes distancias, seguro que tardamos bastante más de lo esperado en recorrer el camino, ya que cada poco nos pararemos a mirar las espectaculares vistas, tanto a la ría de Vigo como al océano.

Y antes de caminar por los bosques de pinos y eucaliptos, está la Playa de Rodas, justo al lado del embarcadero, y de la que ya os hablaré en otro artículo, pues es una playa muy especial, que según dicen es una de las mejores del mundo. Ver veremos.

Las visitas a las islas Cíes están muy controladas, teniendo un cupo máximo de visitantes diarios, así que más nos vale reservar los billetes del barco con antelación, y a ser posible en temporada baja, para que haya la menor cantidad de gente. No me quiero imaginar como es este pequeño paraíso con 3.000 personas recorriendo todos sus rincones, pareciendo que estás en pleno Madrid, y no en un parque Nacional del Océano Atlántico.

Mi visita fue concertada junto a un grupo de escolares, y en total no seríamos más de 60 personas en la isla, todo un lujo. Si es posible, recomiendo visitar la isla en alguna excursión fuera de temporada con poca gente, para poder disfrutar más del entorno.

Si no es posible encontrar alguna excursión, en temporada alta hay distintas navieras que hacen el trayecto desde Vigo y otros pueblos de la ría hasta las Cíes, como por ejemplo Piratas de Nabia, con los que fui yo. Son muy agradables, y en su web tienen más información sobre los horarios de visita y las normas que hay que cumplir.

En la propia isla hay un camping y una cafetería, abiertos solo en temporada alta. El resto de edificios son para el personal residente en la isla, por lo que en las Cíes solo nos podemos alojar en tienda de campaña. Conviene llevar agua y comida, ya que las existencias en la isla son limitadas.

Como conclusión, y aunque mi visita fuera de tan solo unas horas, es que las islas Cíes son uno de esos lugares que todos debemos visitar, y más con lo fácil que es llegar a ellas para disfrutar de un pequeño reducto de naturaleza de los pocos que nos quedan hoy en día.

Pasar la noche en estas islas tiene que ser toda una experiencia, así que espero volver a visitarlas más pronto que tarde.