Coimbra, donde las paredes hablan
Desde hace un tiempo, me gusta más visitar pequeñas ciudades y pueblos que grandes ciudades. Las partes interesantes son más fáciles de ver, se puede ver todo andando, y te evitas el ver bloques y bloques de pisos sin personalidad ninguna, que tanto abundan en las grandes ciudades. Vamos, que son todo ventajas. A esta conclusión llegué en Coimbra, una de las ciudades más bonitas, y sobre todo más animadas, de Portugal.
Conocida sobre todo por su universidad, fundada en 1290, es actualmente una de las universidades más importantes de Europa, haciendo de Coimbra una ciudad universitaria con un estilo diferente al clasicismo de Salamanca o al hippismo de Tubingen. El centro de Coimbra, la llamada zona alta, formada por una infinidad de estrechos callejones medievales, donde los edificios se mantienen en pie a duras pena, son el lugar predilecto para el alojamiento de los estudiantes, que se congregan en las casas llamadas repúblicas, y que marcan con banderas de su nacionalidad.
Tantos estudiantes en el barrio se nota, y mucho. Así, en cualquier pared o señal de la zona alta encontraremos simpáticas muestras de arte callejero, graffitis reivindicativos, y plantillas que se repiten hasta en los lugares más insospechados. Vamos, que el barrio alto de Coimbra es una especie de museo callejero al aire libre, repleto de edificios emblemáticos como la fortaleza románica que es la Catedral Vieja, el Arco de Almedina o alguno de los múltiples museos. Por muchas cuestas que halla en el barrio, y por muy ruinoso que se vean los edificios, con semejante galería querremos conocer todos los rincones de este laberinto árabe.
La inmensa Universidad de Coimbra, prestigioso templo del saber en Portugal, domina la ciudad desde su elevada posición en lo alto de Coimbra. Aunque sea un poco cansado llegar hasta la universidad, ya sea subiendo por la infinita escalera, también repleta de graffitis, como por las enrevesadas calles, es una visita imprescindible. Alrededor del gran Patio das Escolas está la Vieja Universidad, presidida por un campanario, y de la que podemos visitar la Biblioteca Joanina y varias estancias, como la solemne Sala dos Capelos, previo paso por taquilla. Estas salas siguen en uso, al igual que el resto del edificio, al que se puede entrar libremente para echar un vistazo a las aulas y al claustro, aunque no esté muy bien visto. Seguramente nos encontraremos con estudiantes vestidos de negro y con una gran capa, el llamado praxe, y que es desde siempre la indumentaria clásica de los estudiantes. Aunque parezca raro, es una práctica que se está poniendo de moda, y está muy bien visto.
La otra parte de Coimbra, más formal, la encontramos en la Baixa, zona de comercio y artesanos, de casas altas y burguesas, donde las arboladas calles del siglo pasado son mucho más espaciosas y dan lugar a grandes plazas, como la Plaça do Comércio o la Plaça da República, donde me encontré a unas cuantas estudiantes de 1º de derecho disfrazadas de conejitos, y es que las novatadas son costumbre diaria.
Al lado de la Plaça da República está el bonito parque de Santa Cruz, donde un frondoso bosque rodea a la gran fuente que preside la entrada al parque. Todo un remanso de paz en una ciudad que no tiene ajetreo ninguno, más allá del llegar tarde a clase tras estar toda la noche entre cervezas.
Coimbra me gustó bastante. Nosotros aprovechamos para hacer como los niños y visitar el Portugal dos Pequeninos, jeje
Tiene que estar guapo el Portugal dos Pequeninos, que me han hablado bien del sitio. Entre que no tenía tiempo, y no me di cuenta de que estaba en Coimbra, no lo pude visitar. Para la próxima seguro que voy