Bardenas Reales, el desierto navarro
Pierce Brosnan, Antonio Resines, Manuel Manquiña e incluso Terry Gilliam y, por supuesto, la serie Juego de Tronos, tienen en común que han compartido el escenario de algunas de sus películas o proyectos de película, escenario que recuerda al de aquellos westerns americanos protagonizados por John Wayne. Y es que las Bardenas Reales, situadas al sureste de Navarra, son una basta extensión semidesértica modelada por el agua y el viento muy parecida a los grandes desiertos americanos, aunque mucho más cerca de casa.
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Los alrededores de las Bardenas Reales están cubiertos de cultivos, aprovechando la cercanía al río Ebro, y de rebaños de ovejas que pastan en su camino a los Pirineos. Dentro del parque natural y reserva de la Biosfera no hay signos de civilización, tan solo una base militar del ejército del aire que utilizan para sus ejercicios.
Ya se sabe que los militares siempre cogen los mejores lugares para instalar sus bases, ya que además de la cercanía al país vecino, desde los montes más altos de Bardenas Reales se puede ver la frontera con Francia y las montañas del sistema central.
Un lugar privilegiado en el que practicar sus juegos, sin importarles mucho que sea un lugar único y que algunas especies de aves que anidan en la zona militar estén en peligro.
Dejando a un lado los sinsentidos militares, mejor hablar sobre el paisaje y qué nos encontraremos en las Badenas Reales. En mi visita con el minubetrip, entramos por el pueblo de Arguedas a la zona norte, la más famosa, las llamadas Bardenas Blancas.
La primera parada fue el lugar más emblemático, el cabezo de Castildeterra. Esta formación, con distintas formas según el lado desde el que lo mires, es la mayor atracción de las Bardenas Reales.
Tanto, que incluso algunos turistas llegan aquí para hacerse la foto de rigor y no entran más en el parque. Un desperdicio, pues Castildeterra es una formación muy bonita, que sale muy bien en las fotos, pero más adelante descubriremos lugares mucho más espectaculares.
En la cima de este cabezo había una virgen, que según me contaron algunas personas fue robada, y según otras cayó de la cima por la corriente que generan los cazas al volar cerca del suelo en sus ensayos. Me decanto más por la segunda opción, aunque no lo sepa seguro. Lo que si se sabe que va a ocurrir es que en unos 20 años va a caerse la cima del cabezo debido a la erosión, por lo que hay que visitarlo mientras aún siga completo.
Entrando más en las Bardenas Reales, seguimos la pista que bordea la zona militar, y llegamos al cruce con el camino de tierra que nos llevará a los barrancos más característicos.
Esta pista es para uso agrícola y su uso esta prohibido para los vehículos a motor privados, por lo que más vale que lo recorramos andando, en bici, o en alguna excursión organizada en todo-terreno o Segway.
En plenas Bardenas Reales, aparecen las Badlands o Tierras baldías, formaciones de arcilla muy delicadas y a la vez muy bonitas, que recuerdan a un paisaje lunar formado por arcilla.
Alrededor se ven los campos de cultivo, que cubren la llanura de amarillo, poniendo alguna nota de color las máquinas cosechadoras. Al fondo, nuestro objetivo, el macizo montañoso donde indios y vaqueros se enfrentaban.
Bajo el sol implacable de esta árida región, y de las legiones de mosquitos que pululan en tiempos cálidos, llegamos hasta las montañas, y subimos a ellas siguiendo unas ruinosas escaleras que construyeron los militares, para llegar a la garita abandonada que domina el valle desde lo alto de la montaña.
Desde aquí se ve todo el entorno, y se aprecia lo singular de estas tierras, que necesitan de varios días para poder conocerlas a fondo.
Una pena que no tuviera tiempo a más, pero como toma de contacto en medio día podemos ver algunos de los sitios más representativos de las Bardenas Reales, uno de esos lugares que hay que visitar y disfrutar en persona.
Tendré que pasarme es una zona además muy conocida por avistamientos O.V.N.I
Donde hay instalaciones del ejército siempre se ven cosas raras