Mi primera vez en la India

Las primeras veces siempre se quedan grabadas a fuego en la memoria. Sobre todo, cuando te dicen «Welcome to India» con una intensa mirada de azabache. La India es tierra de leyendas, de misterio, de misticismo, de amables miradas, de color, de aromas y, también, desgraciadamente, de basura. Mucha basura tirada por todas partes.

Pero que la suciedad no te oculte la magia de la India. Tan solo un paseo por Calcuta (Kolkata), ciudad en la que empecé a visitar el país, te abre las puertas a un mundo desconocido en occidente.

Niños jugando en Calcuta

Artesanos trabajando en la calle haciendo figuras religiosas, jóvenes jugando a la carambola en plena carretera, vendedores que duermen en su propio kiosko, mercados repletos de flores en los que vuela tu imaginación, personas bañándose en el río Ganges, niños jugando alegres por todas partes.

Sí, esto es la India en su máximo esplendor, con todos los tópicos que has visto en documentales y en revistas. Los ropajes son muy coloridos, los mercados son un festival de aromas, y acercarse a orillas del río es adentrarse en un mundo nauseabundo (aunque en la orilla huele muy bien gracias a las ingentes cantidades de jabón que usan para lavarse).

Vistos todos los tópicos típicos en un paseo de un día por Calcuta, donde no faltó hacerse unas fotos delante del Memorial a la reina Victoria y en la misión donde ayudaba la Madre Teresa de Calcuta, ¿qué más ofrece la ciudad?

Pues lo más interesante. El primer día, aún recuperándome del jet lag, lo mejor que pude hacer fue unirme a un grupo de hindúes que estaban en el hotel para salir de fiesta con ellos. ¿Qué podía salir mal de ir con unos desconocidos por una ciudad desconocida?

Bañándose en el Ganges a su paso por Calcuta
Aseándose en las calles de Calcuta
Aseándose en las calles de Calcuta

La primera parada el Monkey Bar, un local de copas que bien podría estar en Berlín, Londres o Nueva York. Lo único que aquí eran todos hindúes, excepto el blanco con cámara que se apunta a todas las fiestas. Misma música, mismas bebidas y mismo ambiente que en cualquier local de fiesta en cualquier parte del mundo. La única diferencia, que aquí la comida va con triple extra de picante.

La siguiente parada fue una discoteca con sus porteros dos por dos vigilando el acceso. Entramos gracias a los contactos de uno del grupo, y de nuevo teletransportación a una discoteca en cualquier lugar del mundo. Aquí la única diferencia es que pinchaban rap en hindi, ¡ah!, y que en la puerta había coches Rolls Royce, Jaguar y BMW de alta gama.

¡Quién iba a pensar que la noche en Calcuta iba a ser tan divertida!

Puesto de comida callejera
Puesto de comida callejera

Así da gusto empezar a conocer un país, y más uno que asociamos tanto con la pobreza como es la India. Sí, hay mucha pobreza comparándolo con cualquier país europeo, pero también hay un lujo muy superior al de cualquier país europeo. Digamos que es un país de extremos, donde la clase media es la que más está aumentando.

Los siguientes días por Calcuta continuaron con varias fiestas debido al congreso de turismo al que asistía, Destination East, aunque también tuve ocasión de colarme en alguna fiesta del hotel, como una de pedida de mano donde los invitados bailaban al ritmo de canciones de Bollywood, con todo el colorido y la parafernalia de los bonitos saris. Esa noche aprendí mis primeros pases de baile indio.

Con pena en el corazón tuve que decir hasta luego a Calcuta, la primera ciudad India que visitaba y que tanto me gustó, para emprender un pequeño viaje turístico por la región de Bengala de la mano del touroperador Citius Holidays.

Haciéndose un selfie ante el Victoria Memorial
Haciéndose un selfie ante el Victoria Memorial

Durante tres días un grupo de españoles visitamos lugares como Murshidabad, con el palacio Hazarduari y el templo Katra Masjid; Santiniketan, con la universidad al aire libre donde estudió Tagore; y Bishnupur, con sus templos de terracota.

Un viaje divertido a través de pueblos muy poco conocidos fuera de la India, donde por supuesto bailamos todas las noches, y es que por algo dicen que Bengala es la Andalucía de la India. Aquí lo de la buena vida lo conocen muy bien.

En apenas ocho días el bichejo de la India ha conseguido picarme muy profundo, y ya estoy planeando el próximo viaje a este país tan diverso, tan impactante y que colma tanto los sentidos.

Universidad de Santiniketan
Universidad de Santiniketan
Templo de terracota en Bishnupur
Templo de terracota en Bishnupur

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