Islas Canarias, descubriendo mucho más que sol y playa

Si 4 días no dan para nada en Gran Canaria, 18 días son aún más escasos para recorrer 5 de las 7 islas Canarias. Lo que si me quedó claro es que ir a cualquiera de las islas Canarias y quedarse sólo con la playa y el sol es un auténtico desperdicio. Ya que estamos en el paraíso, ¡conozcámoslo!

Tras Gran Canaria volamos a la pequeña isla de El Hierro. ¿Conoces la sensación de que esperas mucho de un sitio, y cuando lo visitas, es incluso mejor de lo que pensabas? Pues eso me pasó con esta pequeña isla apartada de todos los circuitos turísticos, y que a pasado directamente a los puestos de honor de mis lugares favoritos de cuantos he visitado.

Sus escasos kilómetros cuadrados dan cabida a todos los paisajes que podemos encontrar en Canarias, como zona volcánica (la última erupción del archipiélago fue en 2011, al sur de esta isla), bosque de laurisilva y de pino canario, costa volcánica con formas increíbles, desierto, y todo ello sazonado por la gente más amable y dicharachera que te puedas encontrar. Y es que a los habitantes de El Hierro les encanta que les visiten, que venga la gente a disfrutar de la tranquilidad de su isla, y a apreciar todos sus tesoros naturales haciendo submarinismo o simplemente caminando por sus senderos.

No es una isla para todo el mundo. Si vas buscando centros comerciales, fiesta sin fin o consumismo desenfrenado, mejor búscate otro lugar, pero como busques un buen lugar para vivir en armonía con la naturaleza, cuidado al visitarla, pues no serías el primero ni el segundo que va unos días a conocerla y se queda a vivir en ella.

La siguiente isla fue La Gomera, que destaca por su extenso Parque Nacional del Garajonay y por el Silbo Gomero. El bosque es precioso, pero para uno que vive en Asturias no le impresiona mucho, ya que la sensación es parecida a estar en el norte pero con más calor y sin ríos. A los canarios les encanta esta isla, ya que es el mayor bosque del archipiélago, pero para un visitante, casi es mejor acercarse a la zona de Anaga, al norte de Tenerife, que es bastante parecida y algo más fácil de llegar.

Tras la pequeña decepción que supuso La Gomera, nuevamente me sorprendió La Palma, la conocida como la isla bonita, y que entre la cantidad de flores y lo colorido de sus pueblos, hace honor a su sobrenombre. El tiempo no acompañó mucho en lugares como el Roque de los Muchachos, inmerso en la niebla, o la Caldera de Taburiente, también cubierta por los alisios, pero es una isla para ir con ganas de caminar, que es como mejor se conoce con rutas como la de los Volcanes o las que hay por la zona norte, en un verdal similar al de La Gomera y donde incluso se pueden ver cascadas de ríos permanentes. Otra auténtica desconocida, donde por supuesto se puede subir a varios volcanes y conocer la hospitalidad canaria.

Para terminar, pasamos a la ajetreada Tenerife, una isla donde hay demasiados coches y demasiada gente, por lo menos comparadas con las anteriores. Hasta Gran Canaria, que también está muy habitada, tiene menos atascos. Eso sí, para compensar conocimos la cultura de los guachinches y la excelente gastronomía de la isla de la mano de los mejores embajadores de la isla, los compañeros de Un Mundo para 3 y Mundo Experiencias.

Una pena que una isla con tantos lugares asombrosos, como el Parque Nacional del Teide, los parques rurales de Teno o Anaga, el acantilado de los Gigantes, poblaciones como La Laguna o Chinyero, haya sucumbido al boom de los apartamentos y hoteles de turismo de sol y playa, destrozando parte de la costa, y que ahora se encuentran en gran parte cerrados por falta de turistas. Curiosamente los resorts de más estrellas, y por tanto más caros, se encuentran en su mejor momento. Igual el turismo barato de masas no es un buen negocio a largo plazo, y es mucho mejor conservar tu patrimonio y naturaleza lo mejor posible para que no se devalúe y siga atrayendo a los visitantes durante mucho tiempo.

Está claro es que ir a cualquiera de las islas Canarias sólo para dar vuelta y vuelta en la playa es un auténtico desperdicio, y se puede disfrutar mucho más del paraíso volcánico sin ir en bañador y chanclas a todas horas.

Para terminar, lo que verdaderamente me sorprendió es la amabilidad de los canarios, da igual en que isla. En 18 días no oí ni un sólo toque de claxon (a excepción de los saludos a conocidos), hasta la gente en puestos «serios» como la seguridad del aeropuerto o el alquiler de coches gastaban bromas, me cedieron el paso más veces que en el resto de mi vida, y si te parabas a hablar con alguien por la calle, seguro que te seguiría la conversación durante un buen rato, ya que no hay nada que más guste a los canarios que hablar y vivir bien. Será uno de los efectos de estar en el paraíso. Otro, es que no puedes dejar de comer todo lo que ves.