Visita completa al Coliseo y al Foro Romano

Para la ciudad de Roma, todo el año es temporada alta. Infestada de turistas, febril en cuanto al tráfico y con tantas cosas que ver, puede resultar ensordecedora, caótica…, para algunos abrumadora. Ella misma es todo un mundo cuyos secretos tardaríamos una vida en descubrir, llena de tesoros (más o menos ocultos) y de misterios a desentrañar.

Foro Romano al amanecer

Ya que hablamos de misterios y enigmas, no se puede pasar por ella sin hablar de su mayor secreto a voces: el magnífico Coliseo romano sobre el cual han corrido caudalosos ríos de tinta. Su propia fachada pétrea, que cambia de color según la luz, resulta ya hipnotizante con sus innumerables cicatrices provocadas por el tiempo y la historia.

Una maravilla romana como esta, que carga con un par de milenios a sus espaldas y que ha soportado rediseños, guerras, bombardeos, expolios y terremotos, es inevitable que se convierta en uno de los principales atractivos turísticos del país, foco bullente de visitantes a todas horas del día y de la noche. Lógicamente, durante los horarios de apertura al público se forman colas inmensas y desesperantes, y también se pueden observar grupos de personas siguiendo a guías que mantienen su «estandarte distintivo» bien visible atado en el extremo de un palo por encima de las cabezas del gentío.

Coliseo Romano y Cipreses
Coliseo Romano

Desde fuera, resulta curioso y no deja de tener gracia ver cómo toda esa gente estira bien el cuello de tanto en tanto, controlando no alejarse demasiado del «tótem» que al principio de la visita les han aconsejado seguir atentamente, como cachorrillos entrenados. Desde dentro, en cambio, resulta ser una manera muy cómoda de descubrir lugares donde acontecieron grandes momentos históricos y, a la vez, tan llenos de anécdotas.

Con un transistor bien sintonizado, el pinganillo en la oreja y una pegatina distintiva en la solapa (o en cualquier zona fácilmente visible del cuerpo), cada integrante de un grupo controlado por un guía tiene mucha más libertad de movimiento que antiguamente, pues le es posible alejarse varios metros a su antojo sin perderse una sola palabra de lo que se esté explicando. Esto, también, permite mayor flexibilidad para no perderse ni el más mínimo detalle entre tanto abarrotamiento.

Panorámica del interior del Coliseo Romano (click para ver en grande)

De este modo, aprenderemos o recordaremos cuestiones más o menos básicas como que el nombre por el que conocemos al Coliseo como tal es en realidad erróneo, pues se trata de un anfiteatro, concretamente llamado en la Antigüedad: Anfiteatro Flavio. Nos corregirán creencias muy arraigadas en el saber popular, como que la muerte o salvación del gladiador que perdía un combate dependía del gesto que el emperador hiciera con el pulgar, alzándolo o señalando con él hacia abajo. O nos explicarán funciones que cumplió el anfiteatro, tan inverosímiles en un principio como que sirvió de espacio en el que representar espectáculos de batallas navales (naumaquias) para los cuales se inundó el anfiteatro en más de una ocasión. Todo ello acompañado a menudo de transparencias, croquis y demás elementos para ayudar a imaginar las situaciones a las que se enfrentaban antaño y cómo salvaban las dificultades.

A la vez que se da un largo y tranquilo paseo por una construcción milenaria (o lo que queda de ella), se refrescan conocimientos de historia antigua y se aprenden hechos nuevos, podemos apoyar nuestras manos sobre enormes piedras en las que quizá descansaron las manos de una persona que ocupó el mismo lugar que nosotros ahora, pero hace cerca de dos mil años (¡unos mil quinientos años antes de que España siquiera se conformara como nación!).

Interior y arena del Coliseo
Foro romano

Lo que antes fue la arena del Coliseo, ahora ya no existe, pues ha quedado al descubierto el intrincado complejo de mazmorras y túneles que se conoce como hipogeo. Es una zona actualmente cerrada al público (aunque algunos tipos de visitas muy especializados llevan a los turistas a una zona más cercana al hipogeo de lo que llegan la mayoría de guías), pero ello no impidió a Machbel fantasear con lo entretenido que sería hacer una carrera entre dos FIAT 500, al menos (uno de ellos rojo, por supuesto), a través de los estrechos pasillos y evitando las paredes y columnas que aún quedan en pie.

Una vez hemos terminado con el Anfiteatro Flavio, la visita continúa hacia el Foro Romano, una extensa zona en la que muy pocos edificios se mantienen aún en pie (ninguno en su totalidad), pero que fue el corazón de la Roma antigua, pues en ese espacio se agrupaban edificios relacionados con el gobierno, el culto religioso y el comercio y los negocios.

Dibujando el foro
Avenida principal del Foro Romano

El empedrado original romano se conserva en ciertas partes del recorrido y, dado que además lo más fácil es pasar unas tres horas de pie, es aconsejable llevar calzado apropiado, que proteja y mulla bien el pie y evitando tacones, por muy cómodos que sean.

Una vez descubierto el foro, subiremos a lo alto de la que puede ser la más importante de entre las siete colinas de Roma: el Palatino, donde se dice que está situada la cueva (llamada el Lupercal) en la que vivía la loba que encontró y amamantó a Rómulo y Remo, fundadores de Roma. Sea como sea, de lo que no cabe duda es de que esa zona es una de las más antiguas de la ciudad, además de que se disfruta de unas vistas espectaculares del Foro Romano, con el Coliseo allá, al fondo.

Panorámica del Foro Romano
Pareja en el Foro Romano

Y, dado que rondamos la fecha de ese tan conocido 14 de febrero, San Valentín, es interesante añadir que una de las teorías que se barajan como origen de esta fiesta de los enamorados es una festividad pagana, la de las Lupercales, relacionada, como su propio nombre indica, con la cueva Lupercal de la que hemos hablado.

Este paseo por la Roma de la Antigüedad es tan entretenido como didáctico y, entre otras cosas, da la oportunidad de platicar (con un poco de suerte) con italianos de pura cepa que se expresan perfectamente en español, lo que permite también comprender un poquito mejor todo lo que nuestra cultura le debe a la romana, cuán parecidos somos… ¡Y lo bien que nos entendemos (solo con poner un poco de ganas)!

Foro Romano al amanecer

Información práctica para visitar el Coliseo:

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