A la búsqueda de aligátores en los Everglades
Cuando estuve por Florida, una de las cosas que más me apetecía hacer era conocer el Parque Nacional de los Everglades, una gran zona pantanosa llena de vegetación y de animales, como los aligátores y flamencos. En este paisaje, parecido a la residencia de Cocodrilo Dundee, habitan un gran número de aligátores en las aguas dulces, y de cocodrilos en las aguas saladas, así que tenía que encontrarlos para hacerles unas fotos.
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La primera opción que se me ocurrió fue la más sencilla. Montarme en un hidrodeslizador (AirBoat) de alguna de las empresas que encontrase por la carretera, y a ver si había suerte.
La que me ofreció más confianza fue la Coopertown Airboat, y no precisamente por el piloto de la embarcación, un rudo americano del sur, si no porque había unos cuantos coches aparcados y tenían un local bastante curioso, con una gran cantidad de objetos con forma de estos grandes reptiles, e incluso con unos pequeños aligátores en un acuario.
El recorrido en airboat empezó suave, disfrutando del paisaje, y con algodones en los oídos por el ruido del motor. Ya visto el exuberante entorno, el piloto empujó a fondo la palanca del acelerador y nos adentró en los Everglades, volando sobre el agua llena de vegetación.
Llegamos a un lugar en mitad del humedal en el que el piloto apagó el motor, y empezó a tirar palomitas al agua, como el que tira pan a las palomas, pero en pocos segundos emergió un pequeño aligátor del agua y se comió todas las que pudo.
También acudían algunas aves a la sesión palomitera.
Un espectáculo circense, que se repitió en diferentes lugares, y al que siempre aparecían aligátores bastante pequeños, por lo menos comparados con los que había visto por la tele.
Un último sprint más sobre las aguas y volvimos a la base, terminándose este vuelo rasante por las aguas, que la verdad se disfruta muchísimo. La parte que más me gustó de esta experiencia fue el haber montado en el Airboat e ir a 60 km/h por este singular entorno. Ahora solo me falta repetir en un Airboat de los más rápidos, que son para grupos reducidos.




Al salir de esta peculiar casa de los cocodrilos, seguía con ganas de ver aligátores de verdad, y no los que había visto, tan pequeñitos que parecían crías. Así que vuelta al caballo rojo y a continuar camino por la Tamiami trail, la carretera que rodea al parque por el norte.
Pocos kilómetros más adelante había un puesto de observación de aves, que se adentraba un poco en el parque, así que paré a ver si había algo interesante. A parte del extenuante calor, y de unos cuantos insectos de gran tamaño, había poco más interesante. Hacía demasiado calor para ver algo más grande que una libélula bajo el sol. Tenía que continuar la búsqueda.
Siguiendo hacia el este, había un desvío a un camino de tierra llamado la Loop Road. El nombre prometía, y que fuera de tierra también, así que había que recorrerla a ver que había. Al principio lo que veía no era buena señal, con pequeños poblados de caravanas, gasolineras abandonas y restos de un pasado mejor, pero poco a poco se fue disolviendo la civilización para dar paso a la naturaleza.




La carretera ya discrurría solo entre árboles y maleza. Hasta me encontré con unos ciervos que cruzaban el camino. Esto prometía. Seguí avanzando con el sol sobre mi cabeza, hasta que de repente llegue a un pequeño puente donde había un par de coches aparcados.
Algo tiene que haber aquí para que haya «tanto» público, pensé, así que paré y miré hacía la gran charca, a ver que había. Tras unos minutos de concienzuda observación, notaba algo raro. El agua estaba muy tranquila, y casi no había movimiento en los alrededores. Al poco, unas ondas surcaban el agua.
Ahí estaban, un par de aligátores nadando despacio en el agua, buscando que llevarse a la boca. Eran un poco más grandes que los vistos anteriormente, y se les veía mucho más confiados, sabiendo que en el agua ellos son los reyes. Esto ya era otra cosa, veía como vivían estos animales y a pocos metros de una carretera de tierra.
Tras un buen rato observándolos, haciendo fotos y disfrutando del lugar, decidí continuar, a ver que más había. La Loop Road, la carretera de tierra se terminó, volviendo a la Tamiami trail, asfaltada y con más tráfico. Seguían los kilómetros, intentando llegar a Everglades City, un pequeño pueblo en el corazón de los Everglades, y donde seguro habría muchas más cosas para ver. En medio del camino vi un área de descanso al lado de una laguna, y decidí parar, a ver que había.



Una suave rampa de tierra llevaba hasta el mismo agua, que reposaba tranquílamente a un lado de la carretera. Me acerqué a la orilla para ver si veía algo, ya que nunca se sabe, pero el agua estaba más quieta que en una bañera, hasta que de repente ví como unos grandes ojos saltones emergieron del agua a tan solo un par de metros de mí.
Ahí estaba, un aligátor mucho más grande que cualquiera que había visto.
Ya sólo el tamaño de su cabeza daba miedo, como sería el resto. Poco a poco fuí retrocediendo hacia el coche, despacito, no sea que se asustara y el animal decidiera salir corriendo a por mí, y seguro que me pillaba, que estos animales son muy rápidos en distancias cortas.
Al final no pasó nada, el aligátor siguió tranquilamente en el agua. No le debí resultar apetitoso. Tras el pequeño susto, subí a la carretera para hacer fotos al lago desde más arriba, y ver si veía al reptil. Allí seguía, dando vueltas por el agua, como si nada, posando únicamente para mí.
Terminada la sesión al aligátor, seguí la carretera, hasta llegar a la pequeña población de Everglades City y la isla de Chokoloskee. Unos lugares muy bonitos, con acceso a las 10.000 islas de los Everglades, pero al ser temporada baja, ya que agosto es la época de los huracanes y cuando más mosquitos hay en el parque, estaba todo vacío y no se veía ningún ambiente. Un lugar para ir en marzo o abril y dar una vuelta por la bahía en busca de islas desiertas.



Como aquí no había que hacer, terminé la jornada por los Everglades comiendo unas ancas de ranas y unos fritos de aligátor. Muy rico esto último, con una textura como de pescado y sabor a pollo. Seguro que se tienen que hacer platos deliciosos con él, más allá de unos simples fritos que matan casi todo el sabor.
Llegaba el atardecer, y seguía por carreteritas dentro de los Everglades, a ver que encontraba. Entre mucha vegetación, nubes de mosquitos que se pegaban al cristal de coches, y una amenazante tormenta a lo lejos, terminé el día, disfrutando de unos colores en el cielo que solo un lugar semi tropical como el sur de Florida puede dar.
En tan sólo un día podemos tener una toma de contacto intensa con los Everglades, aunque mejor planificar bien que queremos ver y que recorrido seguir, que las distancias son muy largas, y para entrar en lo interesante del parque tiene que ser con guías autorizados sobre AirBoats.
con este temporal asturiano y tu subiendo estas fotos tan maravillosas… pones los dientes largos a cualquiera.
Quien pudiera coger esa carretera y perderse en el ancho horizonte.
Genial como siempre!!!
No sólo las fotos son impresionantes, la forma de comentar hace que me tengo que leer de principio a fin tus artículos, felicidades por las fotos, el texto de un fiel seguidor desde Galicia, Juan Luis un abrazo muy fuerte
Muchas gracias, así da gusto seguir escribiendo sobre sitios :D