Gladiadores romanos luchan en Gijón para conmemorar el bilmilenario de Cesar Augusto
Más de 2000 años han pasado ya desde que Cesar Augusto y sus tropas conquistaran el norte de España en busca del bien más preciado de siempre: el oro. Las escarpadas montañas, el violento mar Cantábrico y las bravas tribus norteñas no impidieron que el poderío romano invadiera tanto Asturias y Cantabria como el norte de Castilla y León, tras haber conquistado el resto de la península, para extraer cuanto oro quisieran de minas como las de las Médulas (la mayor mina a cielo abierto del imperio romano, de la que se extrajeron sobre 1.500 toneladas) y otras del occidente asturiano.
Cayo Julio César Augusto, conocido como César Augusto y habitualmente como Augusto, fue el primer emperador del Imperio romano tras la muerte de su tío abuelo Julio César. Gobernó del 27 a. C. al 14 d. C. (año de su muerte), convirtiéndose así en el emperador romano con el reinado más prolongado de la historia.
Las campañas para conquistar el norte de Hispania no terminaban de resultar victoriosas, por lo que en el año 26 a.C., el propio César Augusto se dirigió a Tarraco (Tarragona) para dirigir personalmente la conquista de estas tierras, buscando conseguir por un lado gran alcance político al terminar lo que durante centurias nadie había podido terminar, y obtener una buena fuente de ingresos para sus campañas militares, con las riquezas auríferas de los astures y las minas de hierro cántabras.
7 años de batallas finalizaban en el 19 a.C., cuando por fin César Augusto tomaba el control de estas tierras a los Astures trasmontanos, en la que sería la única campaña dirigida personalmente por el emperador, de ahí que tuviera mucha más repercusión que otras guerras. Para conmemorar esta hazaña levantaron un gran monumento en el castro oppidum Noega (actual Campa Torres), posiblemente un faro.
Tal fue la importancia de César Augusto que a su muerte, el 19 de agosto del año 14, el Senado lo divinizó, siendo posteriormente adorado por el pueblo romano. A manera de legado, sus nombres César y Augusto serían adoptados por todos los emperadores posteriores, y el mes de Sextilis sería renombrado a Agosto en su honor.
2000 años han transcurrido desde entonces, y aún se le sigue rindiendo homenaje. En algunas ciudades españolas donde tuvo gran importancia su figura, como en Gijón, Zaragoza o Tarragona, se han celebrado distintos actos para conmemorar el bilmilenario de su muerte. En Gijón, ciudad en la que resido, se hicieron durante una semana distintas actividades para recordar el pasado romano de Asturias.
Espectáculos teatrales, conferencias, exposiciones, degustaciones, visitas guiadas, talleres y juegos, visitas teatralizadas y lo más espectacular de todo, espectáculos de recreación histórica, fueron algunas de las actividades desarrolladas en distintos puntos de la ciudad, como la playa de San Lorenzo, el castro de la Campa Torres o la casa de verano de Veranes.
Por motivos de agenda apenas pude acudir al combate de Gladiadores romanos, algo que tenía muchas ganas de volver a ver tras asistir a los combates de gladiadores de Tarraco Viva. En esta ocasión el escenario no era un antiguo anfiteatro romano, si no la propia playa de San Lorenzo, que servía de escenario de lujo para que los gladiadores volvieran, 2.000 años después, a enfrentarse en una lucha a muerte para regocijo tanto del pueblo como del editor muneris, patrocinador de los juegos.
Reciarios, tracios, secutores, murmillos y hoplomachus volvieron a verse en Gigia, bajo la atenta mirada de miles de curiosos que no querían perderse ningún movimiento. Los combates se sucedieron durante 45 minutos, en los que no faltaron explicaciones de todos los detalles de un narrador muy metido en el papel, así como la ración de pan que tan bien complementa al circo.
El editor muneris, muy propenso a sentenciar a muerte a los gladiadores que perdían el combate, consiguió que el pueblo lo tuviera en mayor estima tras este espectáculo al que acudió con su séquito de sirvientes, esclavos e incluso la Legión Quinta Laudae, que lo protegía de cualquier incidente.
Una recreación muy cuidada, sobre todo en la pompa que tenían estos combates de gladiadores, aunque los combates en sí eran menos espectaculares que los de Tarraco Viva, donde se apreciaba que quienes luchaban tenían más práctica en estos menesteres, atreviéndose a usar espadas de metal.
Los valientes gladiadores romanos eran miembros de la asociación de reconstrucción histórica Hispania-Romana y los integrantes de la Legión Quinta Laudae pertenecían a la Asociación Historico-Cultural Minerva-Mere, coordinadora de las actividades desarrolladas durante esta semana en Gijón.
Tan sólo hay que ver las fotos para comprobar la buena acogida de esta iniciativa, y es que el legado romano nunca muere, aunque sea a base de derramar sangre, como siempre hicieron, y como siempre se les recordará.
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