Por fin, el Gran Cañón del Colorado
Último día en Las Vegas, así que hay que ir a por el Cañón bien pronto. A las 8 estoy en pie, y doy una vuelta por la ciudad, que todavía no la vi de día. Sigue siendo igual de espectacular que de noche, pero ahora parece más un parque temático que una ciudad de casinos. Uno de los casinos más bonitos de día es el Mandalay Bay, con una fachada que refleja el sol y da un tono muy cálido. Hay un casino en construcción al lado del Caesar´s, y es impresionante la velocidad que tienen aquí. Los pisos superiores todavía están en los cimientos, y los de abajo con la fachada colocada. Impensable algo así en España. Una lista de fotos que es lo mejor.
Tras la última vuelta por Las Vegas, vuelta a la carretera de ayer. Ahora sin miramientos en el Hoover Dam, pero hay atasco así que hay que verlo. La carretera es insoportáblemente recta, con rectas de unos 50-60km (sin exagerar), aunque es curiosa la fauna que hay. Desde coches extraños, hasta pandillas de moteros enfundados en cuero. Uno hasta me saludó mientras lo adelantaba.
La parada para comer fue en Seligman, pueblo de la mítica Route 66, con la caseta del sheriff, cárcel, tienda, y por supuesto, hamburguesas de Búfalo!. Esto por fin sabía a carne, y no había que ahogarlo en ketchup y mostaza para que fuera comestible. En los pueblos es donde mejor se come siempre, aquí y en España. Aunque esto sea un pueblo, hay Coca-Cola marca Route 66, y venden escopetas al lado de las galletas.
La nota más surrealista del viaje ocurriría aquí. Mientras estábamos comiendo, se acercan un par de chicas jóvenes, rubia y morena, con un poco de pintas de hippy, y un chaval greñoso con túnica blanca que parecía Jesucristo. Nos saludan, y nos preguntan algo así como rezar por nosotros. Les respondemos que sí, y acto seguido aparecen otros dos chicos, se agarran todos de las manos y nos agarran las nuestras, y empieza a bendecir la mesa, los alimentos, a nuestros familiares, a toda la gente de España y del mundo, y a los búfalos que nos comemos. Cuando el tío Jesús va por lo mejor, la chica morena empieza a convulsionarse de la emoción, y los otros le siguen, pero con un poco más de disimulo. Por fin, acaba de rezar.
Nos cuentan que son miembros de una iglesia, que atraviesan el país para llegar a California, y se van. Al momento nos partimos. Esto sólo pasa en yankilandia. Fuera tenían la furgoneta pintada con White Church, iguales que las que se ven en las Road Movie.
Tras la experiencia religiosa, vuelta a la carretera, y tras un par de horas más y algunas obras, llego a Williams, una ciudad que es más grande en el mapa que en la realidad. Aquí se coge el desvío que lleva directamente al cañón. En tan sólo 92km tendría que llegar a la mayor brecha sobre la tierra. Un indicador del cambio es la gran cantidad de pinos alrededor. Por fin se termina el desierto, pero ahora no se ven más cosas que pinos y una recta donde todos van lanzados. Tras casi 40 minutos, una novedad. Hay un peaje para entrar. 25$ por coche para entrar una semana. No está mal viendo lo que cobran en otros sitios. Siguen los pinos, aunque ahora con algunos caminitos, casas de madera y parkings. Paro en el primer sitio que veo, salgo del coche y… hostia que frío!!. Debía de hacer unos 5º, y yo con mi pantalón corto y camiseta de gallo. Vale que hacía sol, pero estaba a unos 2500m sobre el nivel del mar, y en octubre hace frío. Una chaqueta y corriendo a lo que parecía la entrada a un mirador al cañón.
Atravieso los pinos, bajo unas escaleras, y ahí está, el gran Cañón del Colorado, una brecha gigante en mitad de la nada de kilómetro y medio de profundidad, que se dice pronto, pero el fondo solo se intuye. La parte de en frente está a unos 13 kilómetros, y parece que está al lado. Sólo se ve piedra, nada de animales o vegetación. Hay un clima muy extremo.
Hago algunas fotos y corriendo a por más ropa. Hay unos cuantos miradores, todos apuntando hacia la misma depresión, un museo pequeño de las tribus locales, un hotel de madera muy mono, y un McDonald´s. Las fotos desmerecen totalmente el Cañón, esto es algo para ver en directo o en una foto de 4 metros. Algo tan grande es muy difícil de plasmar en una foto, y aún menos con poco tiempo. Todas las vistas son impresionantes, y uno está con las ganas de bajar al fondo a ver que hay. Seguro que ni te ven si andas por el fondo, y menos te oyen. Algunas fotos del cañón al atardecer
En esta última foto estaba acompañado de un par de japoneses y otros tres turistas, todos con trípode y disparando sin parar.
Oscurece y es la hora de marchar, pues quedan unos 800km por delante para llegar a Huntington Beach. Una pena tener que marchar de un lugar tan increíble, pero ya se volverá en el futuro con unos cuantos días para conocer a fondo este monumento de tan sólo 450km.
Ya es de noche, y cambia la fauna de la carretera. Ahora salen los camioneros, con sus trailers de dos remolques, cabina larga y luces en todas las esquinas. Más que camiones parecen naves espaciales, y asustan al verlos de repente. Además, ni uno va recto por la carretera, dando más miedo aún. Otros tantos camiones aparcan en las escasas salidas de la autopista, pudiendo encontrarte con unos 30 ó 40 camiones aparcados a los lados de la carretera de salida y en la explanada que hay para ello.
La cena toca en un pueblo de mala muerte, en un Jack in the Box, otro fast food distinto y con influencia mexicana.
El viaje continúa, y al entrar en California, está lloviendo!. Paso Victorville, un pueblecito cercano a Huntington Beach, y a las 3:30 de la noche llego a casa.
Comenta tu opinión sobre el artículo