Paseo en globo por Gijón

Uno de los sueños de cualquier viajero es viajar en globo, emulando al ilustre Willy Fog de los dibujos animados en su vuelta al mundo. Hace unas semanas tuve la suerte de cumplir este sueño con motivo de la regata «La Solitaire du Figaro«, que realizaba una etapa en Gijón, y recibí una invitación para fotografiar desde el aire el evento.

Montar en globo es toda una experiencia desde el primer momento en el que se descarga el globo del remolque y se empieza con su preparación. Enganchar el cesto, colocar los calentadores, hinchar el globo con aire, son solo los preparativos para tener todo listo, y de un momento a otro recibes la señal para subir corriendo al cesto, que el globo no espera por nadie una vez que está listo para volar.

Y se hace la calma.

El globo se eleva silenciosamente, haciéndose cada vez más y más pequeñas las personas que dejas atrás, y empiezas a tener una nueva perspectiva de lugares muy conocidos por ti. Durante los primeros momentos no te lo puedes creer, estás volando, sintiendo el aire en tu cara, y en completo silencio. Esto si es surcar el aire y no el ir en avión.

Pasada la sorpresa inicial, empiezas a disfrutar del paisaje, en este caso la bahía de Gijón, con la playa de Poniente y el cerro de Santa Catalina al fondo. El globo despierta los sueños viajeros de cualquier, de eso no cabe ninguna duda, pues todo el mundo se nos queda mirando con la boca abierta y nos saluda a nuestro paso. Desde los más pequeños hasta los mayores, nadie puede evitar sentirse atraído por semejante maravilla que vuela como por arte de magia.

Nuestro pequeño viaje continúa por el centro de Gijón, viendo las avenidas repletas de coches y gente, que continúan con su vida mientras nosotros los observamos desde arriba, como si bajo nuestros pies discurriera un mundo ajeno a nosotros. Las corrientes nos llevan hasta el parque de los Pericones, y al fondo se ven las montañas que marcan el final de la ciudad, como el Pico Sol o la peña de los 4 Jueces.

En la zona de Viesques el piloto ve un gran parque ideal para aterrizar, así que empieza a descender lentamente, evitando con habilidad los árboles y los columpios, para tocar suelo suavemente. De nuevo vuelvo a tener los pies en la tierra. Los pilotos deshinchan el globo y lo guardan en unos pocos minutos bajo la atenta mirada de los curiosos. Nuestro viaje ya terminó, apenas fueron 30 minutos de surcar los cielos gijoneses, pero esta es una experiencia que no se olvida jamás.

Aunque las condiciones meteorológicas no fueran las mejores, y las corrientes de aire nos alejaran bastante de la regata, el recorrer una zona en globo es una experiencia que recomiendo a cualquiera. Es maravilloso ver el mundo desde ahí arriba, y el volar en globo no es comparable a ninguna otra forma de volar.

Desde aquí mi agradecimiento a Adolfo y a todo el equipo, un placer volar con vosotros.