La Casa Museo Dalí de Portlligat
Salvador Dalí, el excéntrico y genial artista surrealista, dejó una gran huella en Figueras y alrededores, ya que aquí fue donde nació, vivió una parte de su vida y murió.
Su residencia más duradera estuvo en Portlligat, un diminuto núcleo de casas de pescadores donde predomina la Casa Museo de Dalí, y es el principal reclamo de la población.
A orillas de la preciosa bahía, repleta de pequeñas barcas de colores, Dalí construyó su propia casa durante 40 años, partiendo de las 7 barracas de pescadores que adquirió, llegando a crear una verdadera estructura biológica, como él decía.
Al entrar al laberíntico espacio nos da la bienvenida un enorme oso polar repleto de abalorios que sostiene su peculiar lámpara. La visita (11€ normal, 8€ con descuento), totalmente guiada y en varios idiomas (inglés, francés, castellano y catalán), nos va llevando por los distintos espacios de la casa, como son la biblioteca, el salón de invierno, el salón de relax, el sótano de los trastos, la cocina, el baño, y por supuesto la habitación y el estudio de Dalí, unos de los espacios más singulares.
La habitación de Dalí y Gala, donde dormían en camas separadas, tiene un sistema de espejos que permite ver el amanecer desde la cama. Así, Dalí afirmaba que era uno de los primeros españoles en ver amanecer. En cuanto al estudio de trabajo, hay una obra a medio terminar, ya que Dalí abandonó la casa tras la muerte de Gala y no pintó mucho más. Es muy curioso el caballete móvil gigante, que permitía al artista pintar los cuadros sentado en un sillón y sacar las grandes obras por el sótano.
En todo el recorrido por el interior de la casa, que completaremos aproximadamente en media hora, y donde podemos hacer fotos sin flash, descubriremos un poco de la forma de vida de este peculiar artista, y nos sorprenderemos por la cantidad de objetos peculiares y estrambóticos que llenan los rincones.
Tras ver el interior, empieza al recorrido libre por el jardín, desde el que tendremos las mejores vistas a la bahía, y veremos más creaciones de Dalí. Está el huevo vacío, parada obligatoria para hacerse una foto dentro, una torre en cuyo interior se proyecta un pequeño corto de Dalí, el humano hecho a base de restos de construcción, y la parte más llamativa, la zona de la fuente. Este relajante rincón recuerda a una versión kitsch de las fuentes de la Alhambra de Granada, entre los muñecos de Michelín, los carteles de Pirelli, las botellas de Tío Pepe e incluso una clásica cabina de teléfonos.
La visita termina por supuesto con la tienda de recuerdos, de entrada opcional.
La Casa Museo de Dalí en uno de esos lugares que disfrutas visitando, a parte de por las sorpresas inesperadas, como los anuncios de neumáticos, que me llegaron, si no también por cotillear un poco como era la residencia del genial artista y de su esposa. Además, todo el entorno de Cap de Creus es precioso, como mostraré en próximos días.
Curiosa casa como curioso era su dueño. Me ha gustado el mayordomo y el rinoceronte con alas, cuando menos original. Gracias por esta entrada tan «surrealista»
Un saludo
Un artista tiene que tener una casa de acuerdo con sus gustos, de ahi que tuviera tanto animal disecado. Había salas que parecían más de un museo natural que de una casa