Final del viaje por Escocia
Ya estoy en casa! Tras más de un mes viajando por Escocia y recorrer casi todo el país, el pasado domingo tocó volver. Al no estar «on the road», voy a resumir en este post las últimas semanas del viaje, tras la genial experiencia recorriendo las Highlands en campervan.

Me había quedado saliendo de Inverness con el nuevo coche alquilado, un Kia Rio, que al principio parecía muy buen coche, pero tras 18 días comprobé lo mala que era su caja de cambios y lo incómodo que resultaba por lo duro de sus asientos y suspensiones. Manía de darle un toque deportivo a coches que con 85cv. nunca van a serlo. Dejando de lado las penurias con el coche, lo bueno es que estaba nuevecito y nos llevó por muchos sitios. El primero, el castillo de Eilean Donan, el de los inmortales, uno de los castillos más fotogénicos y mejor iluminado que he visto en este viaje. Verlo de noche es todo un espectáculo. De día, la cosa cambia bastante.
El castillo fue la antesala de uno de los destinos que esperaba con más ansias, la isla de Skye. Los 5 días en la isla se pueden resumir con una sola palabra: diluvio. Y es que no paró de llover, chispear o diluviar, lo que unido al omnipresente viento, que casi parece un huracán, hizo la estancia de lo más incómoda. Los abruptos paisajes de la isla, que dicen que son de los más bonitos de Escocia, apenas pude verlos en directo por la niebla y las nubes. Tuve que parar en alguna galería de fotógrafos locales de paisajes para verlos en todo su esplendor.


Curiosamente, el último día, de la que huíamos de Skye, lucía el sol, y hasta pudimos comer un helado. Nos dirigíamos hacia Lochaline, al sur de Fort William, para coger el ferry que nos llevaría hasta la isla de Mull. La carretera, por llamar de alguna forma a la fina lengua de asfalto que atravesaba los bosques, discurría por zonas prácticamente deshabitadas, lo que nos permitió ver muchos ciervos y ¡hasta una nutria corriendo al lado de la carretera! Un espectáculo mucho mejor que el de cualquier zoológico.
En Mull nos recibió el diluvio de Skye, pero al día siguiente el sol brilló con tanta fuerza que hasta metí los pies en el mar. Aprovechamos el tiempo visitando muchos recovecos e islas cercanas, que ya os enseñaré próximamente pues eran de lo más espectacular. Las 3 noches en Mull resultaron el tiempo ideal para recorrer gran parte de la isla, y nuevamente cogimos un ferry, dirección a Oban. Este pueblo resultó ser uno de los más bonitos y alegres que visitamos. Quizás también ayudaba que el sol y las temperaturas de verano por fin se habían instalado en Escocia, y nos acompañarían hasta el final del viaje, en Edimburgo.

Antes de llegar a la capital escocesa, pasamos por el Parque Nacional de Glenmore, que resultó ser otro Loch Lommond pero sin lagos. Un parque de recreo para que pasen los fines de semana los escoceses en la naturaleza, pero sin paisajes llamativos ni nada que destacar. Bueno sí, hay una cosa que destacar, y que casi no visitamos porque creíamos que iba a ser muy aburrido: el Highland Folk Museum. Resultó ser tan entretenido y estar tan bien hecho que tuvimos que volver al día siguiente para verlo entero, pues 1,3km de museo al aire libre recreando la forma de vida de las highlands desde 1700 hasta 1960 necesita su tiempo para patearlo.

Tras el parque nacional de Glenmore, entramos en la ruta de las destilerías y de los castillos. En 3 días visitamos 10 castillos, 2 destilerías, 2 abadías en ruinas, 1 faro, en el que dormimos y 1 barco que exploró el polo sur, el HMS Discovery. Una cosa que me sorprendió mucho de Escocia es que la mayoría de abadías e iglesias antiguas no tienen techo, y siempre dan los mismos motivos: hubo un fuego que lo quemó o se cayó de repente. Esto no habla muy bien del arte constructivo escocés, pero los templos quedan mucho más bonitos descapotables, y además los fieles tienen visión directa al cielo.
Próximo a Edimburgo está el pueblo de Stirling, lugar de la mítica batalla de William Wallace (Braveheart) por la independencia de Esocia de los ingleses en 1297. Aquí visité el castillo, reformado recientemente y con un interior hortera que espero no repliquen en ningún otro sitio. Además, en lo alto del castillo ondea una bandera británica. Si levantara cabeza…. Me gustó mucho más el monumento a Wallace a las afuera de la ciudad, aunque recuerde a la torre de Sauron.

Los tres últimos días en Edimburgo me sorprendieron gratamente, entre lo rocambolesco que es el barrio antiguo, las historia que tiene la ciudad, y el ambiente que hay. Hay lugares muy interesantes que visitar, entre los que no se encuentra el castillo, otro museo militar encubierto. Lo mejor es que por fin vimos atardecer, y pudimos tomar unas pintas tranquilamente dentro de una cueva.
Eres un viajero incansable. Bonito reportaje. Saludos.
Este viaje lo terminé cansado, pero ya hay ganas del siguiente. Gracias :D
Gran resumen! Una lástima que no os hiciera buen tiempo en Sky… Una cosita, lo de la falta de techos y las ruinas se debe en su mayor parte a la Reforma Protestante en Escocia, que provocó el abandono (e incluso la quema, saqueo y destrucción de cualquier edificio religioso que no fuera anglicano/protestante)… Además, la mayoría de techos eran de madera, así que entre los años y los daños es normal que no quede nada. :( Eso sí, son unas ruinas preciosas y muy bien cuidadas, no como las nuestras
Son mucho más bonitas las iglesias en ruinas que las que están enteras, además están muy bien situadas.
Ganas de ver reportajes de Escocia.
La semana que viene empezaré con castillitos