Gran hotel La Toja 5*, el hotel balneario más lujoso de Galicia

Haber cumplido ya más de 100 años y seguir siendo un referente en cuanto a calidad, servicio y lujo es algo al alcance de muy pocos hoteles, y, que al igual que otros grandes alojamientos como el Gran Hotel la Perla 5* de Pamplona, sólo se consigue de una forma: mimando y cuidando a los clientes como si estuvieran en su propia casa, algo que en el Gran hotel La Toja 5* saben hacer muy bien gracias a su atento personal, sus maravillosas aguas termales y a estar en un lugar único como es la isla de La Toja, en plenas rías baixas Gallegas.

Las aguas termales de la isla de La Toja, una pequeña isla unida a la península de O Grove, fueron descubiertas a principios del siglo XIX, pero no es hasta 1868 cuando empiezan a utilizarse medicinalmente para tratar problemas dermatológicos, respiratorios, lesiones articulares y musculares, afecciones reumatológicas, así como relajante. Tal era el éxito de las aguas, muy apreciadas en Galicia, que en 1907 se construyó el Gran Hotel para poder recibir largos tratamientos sin falta de alejarse de La Toja.

Tras varias ampliaciones y remodelaciones, el actual hotel cuenta con 199 habitaciones, entre ellas 8 junior suites, 17 suites con vistas al mar, 3 suites presidenciales y 1 suite real, que ocupa gran parte de la planta superior.

En todos estos años el Gran Hotel no ha perdido ni un ápice de su estilo, que si bien es eminentemente clásico -con grandes cortinones, amplios salones y suelos enmoquetados- rebosa buen gusto en cada rincón y no es nada ostentoso, como por ejemplo en la gran escalera que recibía a los huéspedes antaño con sus dragones modernistas.

Nada más llegar al aparcamiento del Gran Hotel la Toja 5* uno se da cuenta de que es un hotel del máximo nivel, con el simpático botones que con una sonrisa se ofrece a llevarte las maletas, o con el personal de recepción, que te puede ayudar eficazmente con cualquier cuestión que les plantees, como por ejemplo dónde encontrar el mejor atardecer en la zona.

La habitación doble estándar en la que me alojé continúa con la línea de todo el hotel, con un mobiliario clásico muy bien cuidado, que hace que la amplia estancia, de unos 20m², sea acogedora y apetezca estar en ella, sobre todo con las vistas que hay desde la terraza al mar, desde la que se pueden ver unos excelentes amaneceres.

Como buen 5*, el equipamiento es ejemplar, con televisión plana con Canal+ y tv satélite, wifi gratuito que funciona bien (5mb subida / 1,5mb bajada), batas, zapatillas y chanclas de diferentes tamaños, caja fuerte, luz auxiliar, y un minibar de lo más curioso, con 4 tipos de aguas diferentes cortesía del hotel. Todo un detalle.

Tratándose de un hotel balneario, el baño completo de la habitación es normal que esté muy cuidado, contando con bañera, ducha con diferentes chorros, jabones y crema marca Tous, secador de pelo profesional, set de viaje, e incluso esponja, algo que hasta la fecha nunca había encontrado en un hotel.

Todo en la habitación está pensado para que nos encontremos muy cómodos, sin falta de recurrir a diseños modernos ni a tecnología casi de ciencia ficción, tan sólo al buen gusto y a productos de gran calidad. Por eso, es una pena que hubiera pequeños desperfectos, tanto en los enganches del cabecero de la cama como en el suelo de la bañera. Nada especialmente problemático, pero que afea la estancia. Curiosamente, el tubo de la ducha es algo corto para llegar al enganche, quedando suspendido en tensión, pero para nada es molesto a la hora de utilizarlo.

Estos pequeños detalles se olvidan rápidamente al mirar al mar gallego desde la ventana, o al descansar en la cómoda cama, tras tomar alguno de los bombones que día a día colocan en la mesilla de noche para endulzar nuestros sueños.

El desayuno buffet es ideal para empezar el día. Tras recoger la prensa que puntualmente cuelgan de la puerta por las mañanas. Un detalle que me soprendió, ya que si bien no suelo leer el diario, a muchos seguro que les hace especial ilusión tener el periódico.

Su más que variada selección de frutas, embutidos, bollería artesana, tartas y salados hace que necesitemos varios días para llegar si quiera a probarlo todo, que es de una excelente calidad, como no podía ser de otra forma en Galicia, tierra donde el buen comer es forma de vida. El trato de las camareras es nuevamente muy agradable, haciendo que empezar el día sea todo un placer, y nuestro mayor problema sea decidirnos si ir a la piscina exterior climatizada, al balneario (aquí se sigue llamando por su nombre, no spa) o al salón inglés a tomar algo.

El balneario del Gran hotel La Toja 5* es una maravilla para relajarse en su piscina con múltiples chorros, de una potencia considerable, o siguiendo el recorrido que indican claramente: sauna finlandesa, baño turco, ducha aromática, pediluvio, … no falta nada en este balneario. Además, tenemos diferentes masajes y tratamientos con las aguas termales de La Toja para sentirnos como nuevos.

En la isla de la Toja, aunque es pequeña, podemos hacer bastantes cosas, como ir al campo de Golf, la pista de tiro, el casino (entrada y consumición incluida por alojarte en el Gran Hotel), visitar la capilla de las conchas, ir a alguna de las playas, y si cogemos el coche, tenemos todas las Rías Baixas a un paso.

Como conclusión, el Gran hotel La Toja 5* es un gran hotel balneario en todos los sentidos, con unas buenas instalaciones, un excepcional servicio y una ubicación privilegiada. El precio no me pareció desorbitado para todo lo que ofrece, y sin duda es un hotel histórico donde la propia experiencia de conocerlo y vivirlo por dentro merece la pena, para conocer de primera mano cómo es un hotel lujoso y clásico, pero con mucho estilo.