Welcome to Highlands, empieza la verdadera aventura
Llegó el día de entrar en las Highlands. Tras acostumbrarme poco a poco a conducir por la izquierda (¿en este cruce cual es mi carril? era la pregunta que hacia todo el tiempo a mi compañera), y una excelente cena en un restaurante hindú de Callander (intentar comer algo decente en un restaurante británico es batalla perdida), nuestro viaje continuaba hacia el norte, hacia las tierras altas.
En el camino hicimos muchas paradas, como es normal ante tantos bonitos paisajes que captar con la cámara. Que si una granja con vacas de las highlands, que si la tumba de Rob Roy, que si mira que coche antiguo más bonito, que si una cascada inmensa, que si otra cascada aún más grande, todo son disculpas más que válidas para hacer un alto en el camino y que así el viaje se disfrute más. Cómo anochece a las 10, y hasta las 11 no se hace muy de noche, no hay ninguna prisa.
Sobre las 7 de la tarde llegó el gran momento. Cruzamos el cartel de «Welcome to Highlands». ¡Por fin! entrábamos en la verdadera Escocia, en esos paisajes de película que sólo se ven aquí y que eran el motivo de este viaje. Las caprichosas nubes se pusieron de nuestro lado e iban iluminando las montañas de la manera más bonita posible. Tanto, que no podía pasarme ningún área de parking sin hacer unas fotos, y eso que estaban cada 200 metros. Más lentos que una tortuga pero más felices que unas perdices, llegamos hasta el parque natural de Glencoe.
Los diminutos mosquitos, que ya en Loch Lomond me asaltaban con el mismo ansía que las quinceañeras cuando ven a Justin Bieber, en Glencoe seguían haciendo de las suyas. Pero daba igual, venir hasta aquí ya compensaba el viaje. Y más aún con esta luz. Cuanta razón tenían varios amigos fotógrafos cuando me decían que iba a alucinar con la luz de Escocia.
La entrada a las Highlands no pudo ser mejor, aunque al día siguiente, ya en Fort William, el tiempo no acompañó demasiado, aunque pudimos recorrer parte de Glen Nevis (casi volamos con el aire que hacía!), ver el monumento al highlander (nada del otro mundo), y pasear por un pueblo que guarda muchas sorpresas como es Kinlochleven.
Unos días con muchas emociones, descubrimientos de paisajes, y también de forma de viajar, pues dormimos en tienda de campaña. Me sorprendió muy gratamente el colchón de Decathlon que compramos, comodísimo y muy rápido de hinchar. El camping en que estuvimos también muy bien, con buenos servicios y personal muy amable, aunque con unos horarios muy «british». Y es que en estos días en Fort William fue más que evidente nuestra falta de adaptación al horario británico, sobre todo para cenar, pues en varios pubs no nos sirvieron de cenar por ser más de las 21:00 ¡Pero si es completamente de día!
Eso sí, no tendríamos que adaptarnos más a sus horarios, pues en breves íbamos a conocer la verdadera libertad para viajar, yendo hasta Inverness para recoger la campervan de Out There Campervans con la que recorreríamos el resto de las highlands sin preocupaciones de alojamiento, horarios ni de ningún otro tipo. Toda una experiencia.
Veo que es muy similar entonces a Islandia… ¿puedes recorrer con autocaravana el país parando dónde quieras o has de ir a campings?
Un saludo ;)
Puedes parar donde quieras y no esté prohibido el overnight camping por todo el país. Además, hay muchos baños públicos abiertos 24h
Que increibles fotos!!!!!.. quedé alucinado!!… deberias hacerle un honor a esos paisajes y mostrarnos un post con fotos así de increibles.
Las mejores vibras para tu viaje.
Pura vida! \m/
No te preocupes Samuel, en unas semanas subiré muchas más fotos de las Highlands, que ahora estoy explorándolas y no queda mucho tiempo para postear ;)
Escocia tiene unos paisajes muy agradables que al recorrer el territorio se van a encontrar algunos de los paisajes como los que se mencionan en este artículo, sin duda alguna vale la pena ir a conocer estos lugares.