San Diego, la ciudad bonita (13-10)
El día empieza lluvioso, cosa rara para California, pero parece ser que cada tres meses llueve un poco. No me preocupo demasiado ya que estoy en California, donde nunca llueve, pero no me hace ni gota de gracia ir en un coche en el que los limpias ensucian el cristal más que limpiarlo, a parte de tener una rueda baja de presión, pero el Hyundai es una máquina y lo aguanta todo.
A las 8 de la mañana empieza el tour recoge gente, y sobre las 8:30 ya estamos en ruta a San Diego por la freeway, al igual que todos los habitantes de la zona, pues esta la autopista repleta de coches formando un gran atasco. Dos horas y media tardo en recorrer unos 80km por autopista, viendo algún helicóptero de tráfico, y la policía por el carril contrario con todos los coches detrás, estilo al warm up de la fórmula 1. Curioso lo que hace esta gente.
Antes de llegar a San Diego, toca una parada en La Jolla, lugar que nos recomendó un profesor de clase. El sitio tiene pinta de ser otra ciudad de vacaciones, con buenas casas y coches, pero al llegar al cabo, además se ven pájaros raros y unas pequeñas calas al estilo de Asturias. Es bonita la zona, bastante masificada, como toda la costa, pero ya se ve otra cosa que no sean playas kilométricas.
A parte de las multitudes de turistas que andan por la zona, sacándose fotos con el mar de fondo, y escapando cuando viene alguna ola fuerte, se ven muchos pájaros raros. Es curiosa la gran cantidad de animales que hay con la cantidad de contaminación que debe haber y estando todo plagado de casas.
Como se ve, un sitio bastante bonito, una pena que estuviera tan nublado, aunque hacia calor, como siempre en California. Con tanta gente, es fácil ver cosas curiosas y simpáticas, como las matrículas de los coches, que es una verdadera competición a ver quien es más gracioso, o la americana que intenta ver la cueva más de cerca sin saber por que.
Tras un buen rato toca marchar para San Diego, que hay que ver muchas más cosas, aunque a merecido la pena la parada en La Jolla, además de para ver las playas, para ver mi primera rotonda en Estados Unidos, el concesionario de Ferrari, Maseratti, y el nivel de pijerio al que puede llegar una zona de vacaciones.
La primera para ya en San Diego será el Old Town, un pueblo español que será el precursor de la ciudad. Todo como en las películas de vaqueros, con su granero, la casa del rico, cantina, tienda de souvenirs, restaurante, otra tienda de souvenirs …
Dentro del granero, que es muy grande, hay un museo, y la casa del rico se puede ver por dentro, que está toda decorada de la época. Es curioso ver que los carteles están casi todos en español, y hasta hay una bandera de España de la época, junto a la bandera de Estados Unidos, que no es tan de la época pero a esta gente les gusta ponerla en todos lados.
Tras una visita rápida, pues esto poco más tiene que ver que los edificios por fuera, toca el paseo por la calle de tiendas y restaurantes que hay fuera de lo que es el pueblo del oeste en si mismo. Mucha comida mexicana por todos lados, algunos hoteles, y hasta una tienda de joyas con diamantes. Se nota que San Diego es una ciudad de bastante nivel.
Por fin despeja! Terminado el pueblo español, rumbo a Little Italy, que ya van siendo horas de llegar a la ciudad en si y de comer, y que mejor que comer en un barrio lleno de restaurantes italianos, con carteles de actores que interpretaron personajes italianos y de personas de renombre italoamericanas por la calle. Parece que hoy hay un desfile en la calle. Algo de italianos tenían que tener, haciendo fiestas.
Para buscar el lugar idóneo para comer, hacemos un tour por los restaurantes de la calle, pasando del pinta cutre baratillo al mega elitista con copas de cristal, incluyendo al que tiene muy buena pinta pero es imposible encontrar la entrada, pues hay que entrar por un supermercado normal y corriente que no dice nada de que sea un restaurante camuflado.
Al final toca el más barato, donde como una lasagna de microondas con pan de verdad, lo que sería al final una de las mejores comidas aquí. Se ve gente típica italiana por la calle, morenos, con camisetas de tirantes, y otras cosas típicas de américa como un beattle de los antiguos amarillo chillón, en el que la pareja de dentro iba vestida también de amarillo chillón. Se nota que les gusta el amarillo.
Tras comer, vuelta al coche visitando el resto del barrio italiano, que de no ser por los restaurantes y alguna cosilla, seria un barrio normal y corriente.
Ahora toca el puerto de San Diego, uno de los más importantes y el que tiene la base naval militar más grande del mundo. Eso se nota viendo muchísimos barcos militares en la base, y hasta uno para entrar a verlo, pero como todo en USA, cobran por verlo, 15$ en este caso, y no había tiempo para la visita.
Al lado del barco de la marina, está un submarino ruso, un barco pirata, un barco chiquitito que si podía navegar, un barco típico del río Mississippi, dos trasatlánticos… vamos, que aquí les gusta el mar.
Mirando tierra adentro, está lo que parece ser el ayuntamiento (San Diego City and Country administration building) y los rascacielos de la ciudad, que son muy bonitos.
Al volver al coche, que estaba aparcado en una zona con parquímetros, pero que no lo pagué por parar solo 5 minutos a hacer un par de fotos, me encuentro a un policía escribiendo la multa (ticket dicen ellos), pero menos mal que con decirle un par de cosillas no me puso la multa y se marchó, si es que no hay nada como ir de turista total y que se note que eres de otro país para que te traten muy bien.
Tras la librada, rumbo al downtown, o lo que es lo mismo, la parte vieja de la ciudad, si se puede llamar parte vieja a unos edificios que no tienen ni un siglo. Ya se ven los rascacielos desde su base, y los edificios “antiguos”, que recuerdan mucho a los que se ven en las películas de New York, con las mismas escaleras de incendios, los mismos cines con grandes carteles, las mismas fachadas muy ornamentadas, y la misma gente rara esperando por el bus y andando por la calle. Muy bonita es esta zona, y sobre todo, diferente de Europa. La Little New York está en San diego, jeje.
Aquí hay que hacer obligatoriamente una parada, pero esta vez pagando el parquímetro, para ver un poco más de cerca todo esto, y hasta entrar en alguna tienda para frenar el ataque consumista que le entra a uno al ver tantas tiendas por todos lados. En una de esas tiendas, G-Star Raw, están celebrando su inauguración, con pinchoteo y un Dj negro muy grande, pareciendo la tienda una discoteca de Ibiza. En otra tienda se ven unos vaqueros muuuy largos (3 ó 4 metros), y en otra dos camisetas por 10$, si es que aquí la ropa está muy barata.
Después de la tienda, toca la zona pubs, plagado de yankis viendo rugby, béisbol y Nascar en las pantallas, y siempre bebiendo cerveza. Aquí ya hay algo de diversión, parece que hay que ir a una gran ciudad para ir a un bar y comer en un restaurante de verdad, y tan de verdad si se llama Olé Madrid.
Es agradable la zona, una pena no disponer de más tiempo para tomar una cañita y disfrutar más de la ciudad. La última visita en la parte vieja es un centro comercial, desde el que se ven algunos rascacielos, y en el que se ven precios aún más bajos de la ropa, lo que da mucho que pensar sobre lo cara que es la ropa en España, deben de creer que somos millonarios.
Próximo destino, el estadio de béisbol, a ver como son. Para ello, hay que ir hasta el Balboa Park, al lado del Zoo de San Diego, uno de los más famosos del mundo. Al llegar al parque, ni rastro del estadio, y de la que doy unas vueltas por allí, se acerca un coche con unos negros para preguntarnos como ir hasta el estadio, que tampoco sabían ir. Al ver que nosotros también queríamos ir, nos empiezan a perseguir por toda la ciudad, ya no se si para encontrar el estadio o pegarnos unos tiros, pero en el parking del Zoo les logro dar esquinazo con unas maniobras de película. El terror ha pasado… :D
Al no encontrar el estadio, rumbo a Coronado, una lengua de tierra que hay en frente de San Diego, en la que está la base militar junto a unas urbanizaciones de mucho nivel. Para llegar, se cruza un puente muuuy alto, pues tienen que pasar los barcos por debajo, y bastante largo.
La vista desde aquí es preciosa, por algo dicen que es la ciudad estadounidense más bonita desde el mar, aunque el atardecer también ayuda a hacer más atractiva la vista. Se ven todos los rascacielos, los barcos, un puerto deportivo, y hasta los trasatlánticos del puerto.
Poco más se puede añadir, preciosas vistas, con pequeñas playas en las que no creo que nadie se bañe, algunos restaurantes, y en Coronado hasta para el ferry por si no quieres venir en coche.
A parte de tanto barco, impresionante la cantidad de tráfico aéreo que tienen todos los aeropuertos estadounidenses, siempre hay algún avión en el aire, y muy cerca de la ciudad. Con un país tan grande, normal que se vaya a todas partes en avión, en coche debe de ser agotador.
Ya se hace de noche (a las 6 y poco), y toca volver a Huntington Beach para cenar, que mañana hay que ir a Los Angeles. La vuelta es rápida, con el tráfico típico de las carreteras americanas, pero en una hora y poco ya estoy sentado para cenar una fantástica hamburguesa del McDonald´s, auténtico restaurante de lujo, en el que hasta la lechuga es toda verde. Aquí las hamburguesas están más ricas que en España, o será la falta de comida mejor?. Nunca lo sabremos.
Al volver para casa, una parada a sacar unas fotos a la fábrica de Huntington Beach que está al lado de la playa, una parada en el pier, que se ve diferente de noche, y hasta vi una fiesta típica californiana, con hoguera en la playa y la gente jugando y cantando alrededor, pero eso si, con los padres y sin nada de alcohol. Así celebran los cumpleaños en este sitio, tienen una visión de la fiesta distinta.
A dormir, y mañana más con la visita a Los Angeles, con sitios tan famosos como Hollywood, Santa Mónica y Malibú.
de lujo
Ignoraba esta sitio, se agradece por la información.