Cervecería Medvídků, hogar de la cerveza más fuerte

La República Checa es muy famosa por sus cervezas, y que mejor que acercarse a una cervecería típica para degustar cervezas fabricadas como antaño. En pleno centro de Praga, podemos encontrar la pequeña Pivovar Medvídků, formada también por un hotel y restaurante, siendo el único hotel de Praga con cervecería.

Además de esta extraña combinación, muy útil por si nos pasamos con la cerveza, esta cervecería también es famosa por fabricar, utilizando técnicas legendarias, la cerveza con más graduación del mundo, la X-Beer 33, con 33º de alcohol. Según los expertos, este es el máximo posible para una bebida fermentada.

Cervecería Medvídků en Praga, República Checa
Cervecería

Además de esta fortísima cerveza, que se creó por el reto de que la cervecería más pequeña de Praga tuviera la cerveza más fuerte del mundo, también tienen otras variedades más normales y por supuesto fabricadas con el método tradicional. Todas estas variedades están muy buenas, destacando la Oldgott Barique, una cerveza que no está ni filtrada ni pasteurizada, siendo de lo más natural.

Cervecería Medvídků en Praga, República Checa
Cerveza Oldgott
Cervecería Medvídků en Praga, República Checa
Grifo de cerveza clásico
Cervecería Medvídků en Praga, República Checa
Familia Oldgott

A parte de por sus cervezas, esta cervecería, fundada en 1466, destaca por su estilo, que no cambió en más de 5 siglos. Durante la época comunista el local sufrió bastantes daños, por lo que tras el fin del comunismo empezaron a restaurarla, terminando en 2004.

Hoy en día la cervecería está en perfecto estado, y aunque sea bastante pequeña, mientras tomamos una cerveza podemos ver como se fabrica, pues está todo en el mismo local. También hay una pequeña tienda, y un restaurante cubierto en el jardín de al lado.

Cervecería Medvídků en Praga, República Checa
Alambiques de cerveza
Cervecería Medvídků en Praga, República Checa
Familia cervecera

La entrada engaña mucho, y a parte de estar escondida en la esquina de unos soportales, parece la entrada a un antro de mala muerte. Me recordó mucho a una de las mejores hamburgueserías de New York.

Menos mal que tras pasar la puerta la historia cambia, y como es costumbre en Praga, retrocedemos en el tiempo unos cuantos siglos para degustar unas buenas cervezas en un mejor ambiente.

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