Castillo de Eilean Donan, el más romántico de Escocia

Así, llenos de humildad, definen a este famoso castillo escocés que hemos visto en innumerables películas, como por ejemplo Los Inmortales (1986), Rob Roy (1995), 007: el mundo nunca es suficiente (1999), La Trampa (1999) o Elizabeth: la edad del oro (2007). Situado en su propia isla, entre loch Duich y loch Alsh, a pocas millas del puente para cruzar a la isla de Skye, la imagen de este castillo es mundialmente conocida, pero, ¿merece la pena acercarse hasta el castillo de Eilean Donan para visitarlo?

Antes de responder a esta pregunta, hay que conocer un poco de la historia del Eilean Donan para saber con qué nos vamos a encontrar. En el siglo VI o VII posiblemente había en la isla un monasterio dedicado al santo Donnán de Eigg, que le dio el nombre (Eilean Donan significa isla de Donan en gaélico). No fue hasta el siglo XIII, durante el reinado de Alexander II, en que se fortificó la isla.

Era el origen del castillo, perteneciente al clan Mackenzie de Kintail, apoyados por el clan MacRae y MacLennan. El propio clan dice que este castillo sirvió de refugio para Robert the Bruce, el rey escocés que consiguió la independencia de los ingleses en 1320, tras seguir los pasos de William Wallace (el de Braveheart).

Durante siglos se fue modificando el castillo, según las necesidades del momento. En su mejor momento llegó a ocupar gran parte de la isla, aunque en el siglo XIV su extensión era de tan sólo un quinto de la isla, debido posiblemente a la imposibilidad de tener un destacamento de la envergadura necesaria para defenderlo.

Hasta que en el siglo XVII fue el levantamiento Jacobita, una serie de revueltas para devolver el trono a Jacobo II de Inglaterra y a la Casa de los Estuardos. Los primeros levantamientos no tuvieron mucho éxito, a pesar de pedir ayuda a Luis XIV, rey de Francia.

Como éste no podía ofrecer ayuda a los jacobitas, debido al tratado de Utrecht, los jacobitas pidieron ayuda a los españoles, gobernados por Felipe V. Este aceptó e ideó un plan para enviar primero a 300 soldados de la infantería marina española, para iniciar la rebelión, y después un contingente de 7000 soldados para apoyar la revolución y hacer frente a las fuerzas inglesas.

El primer destacamento, de 300 soldados, llegó a las highlands escocesas. En el castillo de Eilean Donan se asentaron 46 soldados en abril de 1719, y montaron un polvorín, esperando la llegada del resto de fuerzas (nunca llegaron debido a las tormentas del Atlántico, al igual que le ocurrió a la Armada Invencible). Los rumores del levantamiento llegaron a oídos británicos, que enviaron tres fragatas a la zona para acallarlos.

Al llegar al castillo, el 10 de mayo, se encontraron con la pequeña resistencia española, que derrotaron fácilmente. Para evitar que el Eilean Donan fuera usado como punto estratégico para más levantamientos, lo bombardearon durante tres días para al final demolerlo haciendo explotar el gran polvorín.

Este fue el fin del castillo, que no era más que un montón de ruinas, y de los levantamientos jacobitas, que fueron derrotados en las batallas de Glenshiel (1719) y Culloden (1746).

No fue hasta 1911 cuando el teniente coronel John MacRae-Gilstrap decidió, siguiendo la romántica tradición de principios del siglo XX, comprar la isla para reconstruir el viejo castillo y devolverle su antiguo esplendor. Tras 20 años de trabajos, en 1932 terminaron las obras, e incluía la construcción de un puente para llegar a la isla.

Este es el monumento que podemos ver hoy en día, y aunque se siguiera la base de las ruinas, no había muchas ilustraciones de cómo era el castillo original, por lo que tuvieron que improvisar bastante.

Debido a eso, el castillo tiene por fuera un aspecto más o menos antiguo, pero el interior es muy moderno, por lo menos para lo que se espera de un castillo del siglo XIII. Ya sea el salón, la cocina o las habitaciones, que podemos visitar tras pasar por taquilla, no tienen nada que llame especialmente la atención, a parte de las «peculiares» figuras que recrean escenas de la vida diaria, y en todo momento nos parecerá estar visitando la casa de la abuelita, si esta es escocesa, claro está. Incluso podemos ver un mural con fotos del 70º cumpleaños de una integrante del clan MacRae.

En la visita al interior también podemos visitar el minúsculo patio, caminar por una parte de la muralla, y ver la sala del «portcullis», la verja que cierra la puerta principal. Y nada más. En 40 minutos, si vamos despacio, veremos todo el interior del castillo. Aunque hay un par de guías caracterizados, dispuestos a contarnos más anécdotas sobre el castillo, no me parece que el precio de la entrada compense la visita.

Sobre todo cuando podemos acceder libremente a la isla y ver el castillo de cerca gratis una vez que cierra la taquilla, a las 18:00 en verano. En el exterior del castillo encontraremos una placa recordando todas las muertes del clan MacRae en la Primera Guerra Mundial, flanqueada por cañones, a parte de las altas murallas y un embarcadero.

Lo que sí es imprescindible es esperar a que enciendan la efectiva iluminación del Eilean Donan, trasformando una mole marrón y anodina sobre una isla en uno de los castillos más fotogénicos que podemos ver en Escocia. Y es que otra cosa no, pero en fotos se ve muy bien, sobre todo al atardecer y con marea alta.

Respondiendo a la pregunta del principio, mi opinión es que sí, merece la pena acercarse hasta el castillo Eilean Donan, pero no para visitarlo por dentro, sino para dar vueltas a su alrededor y disfrutar de la estampa típicamente escocesa que nos ofrece, mientras nos imaginamos cómo sería la vida dentro de esta fortaleza que es todo un símbolo de Escocia.