Cañón del Sumidero, la mayor maravilla natural de México donde me encontré una desagradable sorpresa

Al sur de México, en el selvático estado de Chiapas, hay una de las mayores maravillas naturales que podemos ver en toda América: el Parque Nacional del Cañón del Sumidero. Esta falla geológica, surcada durante 14 kilómetros por el río Grijalva, discurre por paredes de piedra que se levantan hasta 1.000 metros sobre el nivel del río, y podemos visitar sus entrañas a bordo de una lancha motora, o verlo desde las alturas en alguno de los miradores que hay.

Sin duda un lugar impresionante, tanto por los paisajes como por la fauna que habita en este Parque Nacional, hasta que llegas a un sitio donde te encuentras con una muy desagradable sorpresa.

Basura. Mucha basura flotando en la curva del tapón, que además resulta que es donde se encuentra la mole de piedra de 1 kilómetro de altura, y que forma parte del escudo del estado de Chiapas. Dicen que el atasco es debido a las débiles corrientes y a las fuertes lluvias caídas.

Seguro que eso justifica la cantidad de madera que hay en el lugar, pero de ningún modo las botellas de plástico y otros desperdicios que la gente tira sin cuidado y acaban en el río, dándole un sentido muy peyorativo al nombre del propio cañón, llamado del Sumidero, en este caso de basura, y no de limpias aguas.

Pasado el shock inicial de este tapón de basura que encontramos nada más entrar en la parte más espectacular del Cañón del Sumidero, y que a duras penas conseguimos atravesar zarandeando la barca de lado a lado, por fin llegamos al interior de este pequeño paraíso surgido hace más de 30 millones de años, cuando la tierra se abrió para dar forma al cañón y la selva irremediablemente cubrió con árboles hasta el más mínimo resquicio de tierra.

Tal es la variedad de vegetación en el cañón, que es hábitat para especies en peligro de extinción como el Hocofaisan, mono araña y cocodrilo de río, así como especies amenazadas como el jaguarundi, ocelote, tepezcuintle, venado cola blanca, oso hormiguero y Zopilote rey.

No es posible ver tantos animales en una simple excursión de un par de horas en lancha motora, pero sí encontrarse con algunos cocodrilos de río y monos araña a la entrada del Cañón del Sumidero, sobre todo gracias a la ayuda del conductor, que los localiza rápidamente. Más fácil es localizar otras especies, como patos, garzas blancas, pelícanos y buitres negros americanos, que son muy numerosas en el cañón, y sobre todo en la curva del tapón de basura, donde se pelean entre ellas por los restos comestibles.

En el interior del Cañón del Sumidero las paredes son tan verticales que apenas hay árboles, pero sí cascadas de todo tipo. Una que parece tener frondosas ramas y recuerda a un árbol de navidad, otra larga y fina que cae como la cola de un caballo, u otras que irremediablemente las asocias a la película Jurassic Park, y sólo falta un pterodáctilo volando para creerse en aquella isla.

Otra de las sorpresas que guarda el Cañón del Sumidero, y que no es de extrañar en un país tan devoto como México, es encontrarse a una virgen de Guadalupe en el interior de una pequeña cueva. Sin duda, un lugar de lo más curioso para situar a la virgen, a la par que inaccesible.

El recorrido por el interior del cañón continúa ante la atenta mirada de los demás tripulantes de la lancha, que como yo, se hallan abrumados por la espectacularidad del paisaje. La magnitud del lugar no es para menos, así como su desbordante belleza. Pero como en todo viaje, hay un momento en el que llegas al final, y en el Cañón del Sumidero está marcado por la presa hidroeléctrica Manuel Moreno Torres, conocida popularmente como presa Chicoasén, siendo una de las mayores obras de ingeniería hidráulica de México.

Las paredes de piedra dan paso a un gran embalse, donde reposan gran cantidad de aves y se sitúa el Parque Amikúu, un lugar para pasar el día haciendo diferentes actividades. En este momento, la lancha hace una pequeña parada logística para que podamos comprar bebida y chucherías en unas barcas dispuestas para tal fin (¡como en Waterwold!), al igual que para dar la oportuna propina al conductor y excelente avistador de animales.

La parada es breve. Nos adentramos de nuevo en el cañón para volver al embarcadero donde empezó este recorrido, atravesando otra vez el tapón de basura, y terminando esta espectacular visita con un regusto amargo.

El Cañón del Sumidero es un lugar único, salvaje, en el que te gustaría tener mucho más tiempo para admirar las paredes de piedra y la selva, buscar a los esquivos habitantes del lugar, y sobre todo disfrutar de la desbordante naturaleza, pero nuestro afán por el progreso y nuestro poco cuidado con la basura que generamos van a terminar por destruir paraísos como éste, único candidato de México a las 7 maravillas de la naturaleza, y sin duda uno de los lugares más espectaculares que podemos visitar en toda América.