Selva de Irati, árboles sin fin
Al norte de Navarra, en la frontera con Francia, está la segunda mayor extensión boscosa de Europa tras la Selva Negra, la Selva de Irati, un hayedo de más de 17.000 ha que ha llegado hasta nuestros días sin apenas transformaciones, no como los bosques cantábricos de Asturias o Galicia que han sido mermados por los avances del progreso.
La visita a la Selva de Irati comenzó en Garralda, donde Ángel Loperena, de la empresa Auñak, nos enseñaría a bordo de su furgoneta 4×4 algunos de los rincones más bonitos de esta selva, a la que no se puede acceder en vehículo a motor privado, tan sólo con los de los guías autorizados.
Durante el camino, Ángel nos explicó por encima la historia de este hermoso lugar, y que había llegado hasta nuestros días perfectamente conservado por lo dura que era la vida para los humanos en la zona y por el cuidado que tienen sus pocos habitantes por la tierra que les da de vivir. Actualmente ya no existen cultivos en la zona, al ser más barato comprar los productos que producirlos uno mismo, pero se sigue manteniendo la ganadería ovina y vacuna, que pasta indiferentemente en los prados de España o Francia, que se encuentra a pocos kilómetros.
La primera parada fue en la antigua fábrica de armas de Orbaizeta, actualmente en ruinas, construida en 1784 por la proximidad con las minas de hierro y la madera para combustible, aunque al estar tan cerca de Francia cambió mucho de manos ya que era un objetivo estratégico, por lo que cerró en 1884, traspasando su producción a la fábrica de armas de Trubia, Asturias, que es una copia de ésta. Para los vecinos fue lo mejor, ya que esta fábrica solo trajo consigo problemas a este pacífico valle. Actualmente es un bien de interés cultural, aunque en estado de ruina.
Tras Orbaizeta, entramos realmente en la Selva de Irati, al cruzar la barrera que impide el paso al tráfico rodado. Esta es una buena medida para preservar el bosque, al haber muchos menos visitantes, además de que así los caminos de tierra no necesitan tanto mantenimiento por su escaso uso. Como nos comenta Ángel, lo mejor para preservar un lugar como la Selva de Irati es que los humanos estemos apartados, y tan solo lo visitemos de la forma más natural posible, como es caminando, aunque siempre con mucho cuidado porque aquí el tiempo cambia rápidamente y es una zona de alta montaña.
En plena Selva de Irati, hicimos nuestra primera parada a orillas del embalse de Irabia, con el típico paisaje pirenaico de los árboles reflejados en el agua. Un lugar precioso para visitar en otoño, con los árboles de colores. Además, al ser casi principios de verano, había pequeñas fresas silvestres por la zona.
Cruzando riachuelos, fronteras, niebla y horquillas cerradas, llegamos a uno de los montes más altos de la zona, en el que ya no hay árboles, si no amplias praderas en los que pastan ovejas, caballos y vacas. Desde aquí las vistas eran sobrecogedoras, aunque la niebla estuviera presente en algunas zonas, recordando mucho al verde paisaje de una Asturias menos urbanizada.
Esta zona, frontera con Francia, es mucho menos boscosa por la sobreexplotación maderera del país vecino, por lo que hoy en día tienen también un paisaje muy bonito pero con mucha menos vida natural. Además, en la parte francesa de la Selva de Irati se puede circular en coche, habiendo carreteras asfaltadas e incluso pequeñas aldeas.
De nuevo en el milenario bosque de hayas, Ángel nos llevó hasta una Necrópolis de la edad de Hierro, construida en la cresta de un monte, y actualmente habitado por un montón de vacas que disfrutan diariamente de su gimnasio particular. Desde aquí, a parte del trocito de historia que vemos en persona, podemos disfrutar de las vistas a los valles. A un lado las praderas francesas, y al otro el bosque de hayas.
El camino, en este caso una pista de tierra cada vez en peor estado, y que justificaba el uso del 4×4, nos siguió llevando a lugares naturales preciosos, que hay que visitar con calma para poder disfrutarlos plenamente, como hacen los peregrinos del Camino de Santiago, pues la primera etapa empieza en Saint Jean de Pied de Port, para terminar en el pueblo de Roncesvalles, donde también terminaría nuestro recorrido por este lugar tan especial en el que aún se conserva la naturaleza igual que fue hace cientos de años, y muestra de como se puede conservar eficazmente disfrutando de ella.
Tengo un par de amigos que van cada otoño a esta zona y la verdad es que las fotos que traen son una pasada…
A ver si algún día me lanzo a conocerla de primera mano.
Un saludo ;)
Que guay ir en otoño a esta zona. Anímate a visitarla que seguro que te va a gustar mucho, está muy bien cuidada.
Vaya prados mas verdes y vaya cielo!! Menudo día os salió!»! Por cierto, las fotos escandalosas, geniales como siempre
Un abrazo crack
Solo añadir que otro motivo para visitar Irati es su fauna. Podeis visitar el blog http://infoselvairati.blogspot.com/
con información actualizada y hecho por los guardas y biólogos del punto de informacion de Arrazola. Con fotos e información muy interesantes.
Interesante blog, hay muchas cosas para hacer en este bosque tan bonito
Paraiso anotado en la libreta de próximos rincones para visitar ;-p Vaya fotones!!
Gracias! Es un sitio que te encantará, recuerda mucho a Asturias
En octubre de 2009, tras años soñando con caminar por esos parajes, lo visitamos cuando me jubilé. No hay palabras¡¡¡ El paraíso debe ser algo parecido.
jejej seguro, estuviste en otoño? Ahora es de las épocas más bonitas para ver la Selva de Irati