Las 9 cosas que no sé hacer, aunque parezca mentira
Desde hace unas semanas pulula entre los bloggers un pequeño juego en el que desvelaros a vosotros, nuestros queridos lectores, 9 cosas de las muchas que no sabemos hacer y que seguro que no os vais a creer. En mi caso, fui nominado por Sandra, la autora de El viaje de mi vida, así que dadle las gracias a ella por haceros perder el tiempo leyendo estas pocas tonterías que no sé hacer. Me costó mucho pasar de 4 cosas, menos mal que preguntando a unos cuantos amigos la lista empezó a crecer de manera exponencial, hasta que me fue realmente difícil quedarme tan solo con estas 9. ¡Allá vamos!
¡Nadar!
Suena a coña, sobre todo para alguien que nació en una isla y que lleva la mayor parte de su vida viviendo junto al mar, pero, ¿de qué sirve nadar si siempre hay olas? Además, mis huesos deben de pesar mucho, porque me hundo a la mínima. Así fueron pasando los años, y aunque ahora puedo chapotear sin ahogarme nada más meterme en el agua, se puede decir que no es algo que sepa hacer. Eso no quita que haya hecho snorkel en el mar y en cenote y barranquismo varias veces. ¡Qué gran amigo es el chaleco salvavidas!
Terminar algo deprisa y corriendo
Me gusta andar rápido, hablo rápido, pero cuando se trata de hacer algo, ya sea una fotografía, escribir un texto o cualquier otra cosa, me gusta dedicarle su tiempo, siendo incapaz de entregarlo o mostrarlo al mundo cuando mi interior sabe que aún podría hacerlo mejor. Por eso, al final siempre llego al último día en los plazos de entrega. O eso, o es que los proyectos siempre se alargan hasta el día de entrega. Quién sabe.
Saber cuándo parar
Pues sí, no sé cuándo parar, ni para bien ni para mal. Ya sea visitando un sitio, siempre me gusta ir un poco más allá, a ver qué hay, aunque el camino hace rato que se haya terminado, o hablando de un tema, muchas veces termino en terrenos farragosos… y es que no sé cuándo parar, cuándo parar, cuándo parar, cuándo parar, cuándo parar… Quizás necesito ver un buen puñado der señales de prohibido el paso, fin del camino, peligro desprendimientos y una alambrada de varios metros para plantearme la posibilidad de frenar. Si no, seguro que pienso, ¿qué habrá más allá?
Levantarme por las mañanas sin una buena razón
O con una buena razón, madrugar no va conmigo, como leí una vez a un escritor que decía «los atardeceres me gustan mucho, y de los amaneceres me han hablado muy bien«. Levantarse cuando el sol aún no brilla en el cielo, o cuando lleva poco tiempo haciéndolo, no es lo mío. Por eso tan solo madrugo perezosamente por dos buenas razones: hacer fotos al amanecer al lado del mar o empezar un nuevo viaje. Todo lo demás son malas excusas para robarle horas de sueño a la cama.
Dormir en algo que se mueve
A muchos grandes viajeros les pasa que no pueden dormir en ningún medio de transporte, ya sea autobús, coche, avión, tuk tuk, submarino o tren; y yo, que intento seguir su senda, pues tampoco puedo hacerlo. Igual en el avión puedo quedar traspuesto un par de horas, sobre todo en el viaje de vuelta, donde suelo estar muy cansado, pero el resto de transportes son como tomarme dos tazas y media de café: por mucho que cierre los ojos, no me duermo. No veáis con qué envidia miro a esa gente que nada más sentarse ya se duerme, incluso en el metro.
No sé escribir si me miran
Siempre siempre siempre intento escribir a solas, o sin que nadie me mire. No sé por qué razón no puedo escribir si alguien me mira, pero así es. Menos mal que eso no me pasa al editar las fotos, solo al juntar letras como buenamente puedo.
Hacer algo mal
Ya puestos a hacer listas, qué menos que poner algo vanidoso y que suene muy bien. Como muchos cuando les preguntan por sus defectos en una entrevista de trabajo y responden ser demasiado meticulosos, siempre buscar la perfección… A mí me pasa algo de eso. No puedo entregar o mostrar algo que sé que está mal, por lo menos hasta donde llegan mis conocimientos. Otra cuestión es que, pasado un tiempo, aprenda nuevas cosas y vea que lo que hice en el pasado no fue lo mejor. Pero en su momento no tenía tan mala pinta!
Abrochar sujetadores
Misteriosamente es algo que no sé hacer, aunque desabrocharlos no se me da mal. Solo una advertencia, no te juegues una copa conmigo a que no te desabrocho el sujetador con una mano al primer intento. Posiblemente tengas que invitarme.
Parar de hacer fotos
Click, click, click y así todo el día. Es salir de casa, o incluso solo mirar por la ventana, y ver algo que me gustaría inmortalizar. Muchas veces no son más que tonterías, momentos curiosos que no dan ni para una foto aceptable, pero algunas veces sacas uno de esos instantes que hace que tengan sentido los centenares de fotos que nunca verán la luz y que se quedan perdidas en los discos duros. Estos escasos instantes son la razón por la que me gusta tanto la fotografía y por la que no me aburro nunca con la cámara a cuestas buscando nuevos escenarios, nuevos lugares y esos momentos que hacen que merezca la pena enseñar la fotografía al mundo.
Estas son algunas de las 9 cosas que no sé hacer, y como todo juego, ahora toca nominar a tres bloggers para que nos cuenten qué son incapaces de hacer. Llego un poco tarde (cómo no!), a ver si no nos contaron ya sus debilidades unos grandes como son Iosu de Mochileros.tv, Avistu de Viajablog y Eviña de Una idea un viaje.
¿Te sientes identificado con alguno de los puntos? Cuéntame más en los comentarios.
Nunca me hubiera imaginado que no supieras nadar siendo tan de mar jejeje. Me ha entretenido tu lista, un abrazote compañero!!! :)
jejje cosas que pasan. Ya os nomiraron? A ver que contais
Jajajaja¡ Un post diferente y muy divertido, lo de no saber parar a la hora de hacer fotos todo un clásico para los que nos gusta la fotografía, y lo de los amaneceres estoy de acuerdo contigo??? mejor atardeceres
jajaja si, nunca sabemos cuando parar a los que nos gusta la fotografía ;)