La experiencia de volar en globo sobre la Toscana

Aún no había amanecido cuando nos pusimos en marcha. Al coche le costó despertar casi más que a nosotros, pero acabó reaccionando y nos condujo por carreteras solitarias, a través de pueblos dormidos y mares de niebla, buscando un destino peculiar en el corazón de la Toscana.

Brumas de amanecer vistas al volar en globo sobre la Toscana

En la oscuridad, todos los caminos parecen iguales, sobre todo si los desconoces. No obstante, el trayecto no resultó complicado. El último desvío fue, quizás, el más engañoso. Paramos un momento a un lado de la carretera para asegurarnos de que íbamos por el buen camino y, a nuestro lado, se materializó un enorme automóvil.

Por un momento, nada ocurrió, simplemente observamos. Una ventanilla comenzó a abrirse y nos descubrió la figura de un hombre sonriente de mediana edad al otro lado, que nos guió amablemente hasta un tranquilo prado en el que aparcamos nuestro pequeño Fiat 500 (aunque más grande que el clásico 500 que condujimos por Roma).

Seguía siendo de noche. Esperamos dentro del coche, con la calefacción puesta, dado que hacía bastante frío. El silencio era total, ni siquiera se oía el piar de los pájaros porque probablemente aún dormirían. A través del techo solar, las estrellas seguían allá arriba, devolviéndonos la mirada.

Nic, el piloto del globo

Súbitamente, algo similar a un bramido hizo que el cielo se iluminara a nuestras espaldas, sobre nuestras cabezas, como la más clara mañana. Tan rápido como se había desencadenado, el ruido cesó, y los alrededores volvieron a ocultarse en las tinieblas. Nuevos estruendos se sucedieron mientras veíamos llegar más vehículos.

Estaba claro que se tomaban las medidas de seguridad muy en serio. Una barquilla rectangular yacía de costado sobre la hierba y, más allá, dos hombres se afanaban en desenrollar una inmensa tela roja que llegó a cubrir el prado casi por completo. A pesar del frío, la emoción se palpaba en el ambiente, pues era ya momento de dar forma al magnífico globo que nos arrastraría a otra realidad: una a muchos metros por encima del suelo.

Interior del globo

Antes de que el ruido del potente ventilador combinado con los quemadores ensordeciera el lugar para llenar la tela con aire caliente, el equipo de Ballooning in Tuscany nos instruyó sobre el artefacto al que pronto subiríamos y cómo debíamos reaccionar, principalmente en el aterrizaje, para no lastimarnos.

Comenzaba a clarear. A partir de ese momento, la agitación contenida se transformó en mandíbulas desencajadas a la vez que el inmenso globo se hinchaba, elevándose y recolocando la barquilla en la posición a la que estamos acostumbrados. No tenía nada que envidiar a un poderoso dragón rojo, desperezándose antes de alzar el vuelo.

Amanecer en la Toscana
Amanecer en la Toscana

A una señal de Nic, nuestro piloto, ¡embarcamos! Los quemadores rugieron, soltando llamaradas infernales, gracias a las cuales, comenzamos a entrar en calor. Lentamente nos separamos del suelo, con una suavidad irreal y reconfortante, alzándonos entre los árboles, cuyas copas podíamos acariciar alargando ligeramente la mano. El sol se intuía a lo lejos, entre montañas y nubes, pero aún no nos había honrado con su presencia. Una sensación de calma nos embargó, y todos la paladeamos en silencio. Franceses, ingleses, estadounidenses y españoles, de repente todos hablábamos el idioma de los vientos, de las aves, callados a la espera de que el gran astro nos mostrara aquel hermoso paraje de la Toscana en su hora más mágica.

Bancos de niebla aquí, casas sin tejado allá, un coche solitario iluminando el camino frente a sí, halcones (o quizás águilas) buscando el desayuno, ciervos en total libertad corriendo por los campos de colores infinitos… Un sinfín de sensaciones: las subidas, las bajadas, el cambio de las nubes, giros del globo sobre sí mismo. La mejor manera de aprender a dejarse llevar, a adaptarse a las situaciones y a conocer muchas curiosidades sobre el arte de pilotar este ingenio aerostático es subirse a uno de ellos. En las alturas nos sentíamos como modernos «Willy Fog», con ganas de continura el vuelo alrededor de todo el mundo.

Carreteras y caminos de la Toscana
Volando en globo sobre campos de cultivo de la Toscana

El aterrizaje fue el más suave de todo lo que llevaban de temporada. Nic nos instó a mirar al interior del globo, arriba del todo, donde se abrió un hueco al retirarse la parte textil superior gracias a unas cuerdas que lo permitían. Así, en cuestión de segundos, el grueso del aire salió y el cordaje y la tela comenzaron a caer sobre nosotros, tapándonos en la barquilla. El viaje había llegado a su fin.

El resto del equipo de Ballooning in Tuscany ya nos estaba esperando y, entre todos, desinflamos por completo, estiramos y recogimos cuidadosamente el globo, siguiendo en todo momento las directrices de los expertos. Ya era completamente de día, el sol lucía alto en el cielo, reclamando sus dominios, y esta maravillosa gente que nos había permitido experimentar uno de los mayores gozos de la humanidad, volar, nos tenía aún muchas sorpresas reservadas.

Observando la Toscana desde el globo
Agriturismo y cipreses

Bañada en champán, la historia del primer viaje «tripulado» en globo (y el primero tripulado por personas, que fue posterior) parecía más dorada y chispeante de lo normal.

Lo que está claro es que este equipo disfruta realmente de su trabajo y saben cómo llegar a la gente: Además de los hermosos paisajes de esta región italiana, las historias interesantes y el champán, nos invitaron a un sabroso desayuno compuesto por productos típicos toscanos en el mismo campo del aterrizaje. Fresas, melón, uvas, tomate, embutidos, quesos… Una auténtica delicia.

También coincidió que dos de los pasajeros de nuestro vuelo cumplían años ese día y, de la nada, apareció una tarta de chocolate que todos compartimos mientras cantábamos el ‘Cumpleaños feliz’ (eso sí, en inglés).

Monte Amiata y la Toscana
Campos de la Toscana, Italia

La experiencia tocaba a su fin, no sin antes hacernos entrega de diplomas conmemorativos de la ocasión, tomar unas cuantas fotos de grupo e intercambiar impresiones, chistes y agradecimientos por el rato tan agradable que acabábamos de pasar.

Y como no nos iban a abandonar en aquel campo desconocido, lejos del verde prado del que habíamos despegado (y de nuestros coches), nos ofrecieron un paseo en furgoneta de vuelta al punto de partida, una especie de “cierre de ciclo” que nos dejó de nuevo en el principio, pero con unas ganas inmensas de volver a subir a un globo aerostático.

Brindando con champán

Información práctica para volar en globo por la Toscana

  • La empresa Ballooning in Tuscany realiza vuelos en globo diarios desde mediados de mayo hasta mediados de octubre. Los vuelos son siempre al amanecer, pues es la mejor hora para volar en globo, despegando desde Montisi (lugar de esta experiencia), Cortona o Siena.
  • Debido a las condiciones meteorológicas necesarias para volar en globo, los vuelos son confirmados a las 17:00 del día anterior. Si el clima no permite el vuelo, lo intentan mover para otro día o devuelven íntegramente el importe.
  • El vuelo dura un mínimo de 1 hora, más el tiempo que tarden en encontrar lugar para aterrizar. En nuestro caso tardaron bastante, volando en globo un total de 1 hora y 42 minutos.
  • La cesta del globo tiene capacidad para hasta 8 o 10 personas. Pueden volar niños mayores de 7 años (con altura superior a la de la cesta), personas con movilidad suficiente para entrar dentro, y está prohibido para embarazadas y recién operados.
  • Durante todo el vuelo se pueden hacer fotografías sin ningún problema con móvil o cámara réflex. El móvil tan sólo hay que ponerlo en modo globo.
  • Web oficial Ballooning in Tuscany
  • Turismo de la Toscana
  • Hoteles buenos en la Toscana
  • Experiencia vivida gracias a la invitación de Ballooning in Tuscany. Como siempre, machbel tiene el absoluto control sobre el contenido publicado.

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  1. Simplemente Waw! Que fotos tan increíbles. Verdaderamente es una hora mágica y me quedo con las ganas de hacer el paseo si en algún momento paso por la Toscana.
    Sin embargo, siempre tuve la impresión de que al estar tan alto en una cesta pequeña te puede dar vértigo. Sobretodo si se mueve (por viento o las mismas personas). Es así?
    Hermoso post.
    Saludos!