Semana Santa en Sevilla: la madrugá

La Semana Santa se vive con especial intensidad en Andalucía, y sobre todo en Sevilla, donde las procesiones son de las más multitudinarias y reconocidas. Uno de los días, o mejor dicho noches más especiales de la Semana Santa de Sevilla es La Madrugá, cuando las procesiones se celebran entre la noche del jueves al viernes santo. Durante esta noche pasan algunas de las hermandades más importantes, como la de El Silencio, la más antigua de Sevilla (1340); la Esperanza Macarena, que cuenta con el mayor número de nazarenos y hermanos; o la de Jesús del Gran Poder, considerado el Señor de Sevilla.

Llegar a Sevilla durante el Jueves Santo es todo un espectáculo, pues la ciudad se engalana y se vuelve aún más bonita ante los eventos que ocurrirán de noche. En el ambiente sólo hay una preocupación: la lluvia. El agua, tan deseada durante el resto del año en una región frecuentemente castigada por la sequía, es durante estos días el peor mal. Aunque siempre hay previsiones de lluvia, la única vez que se canceló La Madrugá por lluvia fue en 2011, así que el año siguiente, cuando se realizaron estas fotos, había aún más ganas de procesiones nocturnas.

Como no podía ser de otra forma, durante todo el día llovió esporádicamente, cancelándose algunas procesiones por la tarde, y estando todos pendientes del cielo. Era todo un drama ver a los  sevillanos, vestidos con sus mejores galas, correr en busca de refugio ante las precipitaciones. La verdad que no pintaba nada bien para la noche, y las previsiones no eran nada halagüeñas para las próximas horas. Eso sí, el optimismo andaluz no decaía, y las seis cofradías seguían con intención de salir en procesión a primeras horas de la madrugada, para recorrer las calles de Sevilla, pasando por la Catedral, durante más de 7 horas.

Sobre las doce de la noche me reuní con mis amigos andaluces, que serían mis guías en este evento del que no conocía nada, a parte de lo poco que había visto por televisión. En este momento fue cuando me enteré de que La Madrugá dura toda la noche, hasta las 12 o 1 del mediodía del día siguiente. Creyendo que era una de tantas exageraciones andaluzas, nos dirigimos al puente de Triana, que estaba abarrotado de fieles y curiosos esperando ver el primer paso de la Hermandad de Triana, el Cristo de las tres Caídas.

El puente, que se hacía pequeño ante la gran multitud, tenía apenas espacio para la procesión, con su gran paso, sus cientos de nazarenos y sus bandas de música. Aún así, el Cristo llegaba a lo lejos, y la gente empezó a ponerse de pie, sacar sus cámaras de fotos, y mirar con atención. De repente se hizo el silencio y sólo se escuchaba la marcha de la procesión. En el ambiente flotaba la emoción. ¡Estaba en La Madrugá de Sevilla!

Tras el paso, nos dirigimos a la Catedral, punto por el que tienen que pasar todas las procesiones, y uno de los lugares más espectaculares de la Semana Santa Sevillana. En el camino nos cruzamos con otras procesiones, como la Hermandad del Silencio, que sorprendía con su sepulcral silencio, tanto de los nazarenos como del público. Otra cosa que también me sorprendió fue la cantidad de gente joven que había viendo la Madrugá, siempre mostrando un profundo respeto y siguiendo con atención las procesiones. Aunque fuera de madrugada, poca gente estaba tomando copas, y el protagonismo se lo llevaban únicamente los pasos.

Según nos acercábamos a la Catedral era más difícil caminar por las calles y evitar cruzarse con otras procesiones. ¡Ésto parecía un rally! todas las procesiones hacen un recorrido marcado de antemano, y hay que buscar los mejores lugares para ver el mayor número de pasos posibles. Se estima que durante esta noche se echan a la calle medio millón de personas, y viendo lo lleno que estaba todo, diría que incluso más. A pesar de la multitud y la ropa de abrigo, el frío calaba hasta los huesos, haciendo aún más duras estas frenéticas carreras por Sevilla en busca de las procesiones.

Eran las 5 de la madrugada cuando llegamos a un lado de la Catedral, con tiempo suficiente para ver pasar a la Virgen de la Macarena, la más querida en Sevilla. A los gritos de ¡Guapa! y bajo los pétalos de flores que soltaban a su paso los vecinos, la Virgen avanzaba lentamente. Todos nos intentábamos acercar lo máximo posible para ver bien a la Macarena, que se zarandeaba rítmicamente junto a sus decenas de velas. En muchos rostros brotaban las lágrimas, tal es la emoción que despierta su paso por las calles sevillanas.

El amanecer se acercaba, pues ya eran las 7, así que tras haber visto el Jesús de la Salúd, llamado coloquialmente «er Manué», de la Hermandad de los Gitanos, buscamos un sitio donde desayunar algo calentito, que falta nos hacía. No fuimos los únicos en tener esta genial idea, estaban todos los bares repletos. Encontramos mesa en un café donde tomar unos churros con chocolate que nos supieron a gloria.

Llegamos a casa un par de horas después del amanecer, y las procesiones de La Madrugá aún seguían su recorrido por Sevilla, hasta que la lluvia las sorprendió y tuvieron que volver rápidamente a sus iglesias de origen. Otro año más La Madrugá había podido celebrarse, y aunque no sea creyente, volvía para casa con una experiencia que me gustó mucho haber vivido, y aconsejo a todo el mundo que vaya a La Madrugá para saber cómo se siente la Semana Santa en Andalucía y sobre todo sentir cómo vibra Sevilla durante esta fría noche donde ni Cristo se queda en casa.

Gracias a Yaakov Márzquez y al resto por ser unos guías de lujo

Consejos para ver La Madrugá:

• Es imprescindible hacerse con un itinerario de las procesiones, así como con sus horarios, para ver las que nos interesen. Los lugares más bonitos son los alrededores de la Catedral, donde se instalan unos palcos con sillas que se pueden alquilar, que no aconsejo por el frío y porque no te puedes mover fácilmente, y las callejuelas del centro. Si para cualquier viaje intergaláctico es imprescindible una toalla, para La Madrugá de Sevilla una pequeña silla plegable será nuestro mayor tesoro. Son muchas las horas que estaremos de pie, y es difícil encontrar lugares para sentarse.
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